Luego la presencia magnífica del Señor se elevó de la puerta principal del templo y se puso encima de los querubines.
Jueces 19:27 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando el hombre abrió la puerta para seguir su camino, la encontró caída frente a la puerta con las manos agarrando el umbral. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y se levantó por la mañana su señor, y abrió las puertas de la casa, y salió para seguir su camino; y he aquí la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando su esposo abrió la puerta para salir, allí encontró a su concubina, tirada, con las manos en el umbral. Biblia Católica (Latinoamericana) Se levantó entonces su marido, abrió la puerta de la casa y salió para continuar su viaje. Su concubina estaba tirada frente a la puerta de la casa con las manos en el escalón. La Biblia Textual 3a Edicion Al levantarse su señor por la mañana, abrió las puertas de la casa y salió para proseguir su camino, y he aquí que su concubina estaba tendida a la puerta de la casa, con sus manos en el umbral. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Su marido se levantó de mañana, abrió las puertas de la casa y salió para proseguir su viaje. Entonces vio que la mujer, su concubina, yacía a la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y levantándose de mañana su señor, abrió las puertas de la casa y salió para seguir su camino, y he aquí, la mujer su concubina estaba tendida delante de la puerta de la casa, con las manos sobre el umbral. |
Luego la presencia magnífica del Señor se elevó de la puerta principal del templo y se puso encima de los querubines.
Luego la magnífica presencia del Señor se alzó desde los querubines, donde estaba asentada, y se trasladó a la puerta del templo. El templo estaba lleno de la magnífica presencia, que se veía como una nube, y el atrio del templo se llenó también del esplendor de la magnífica presencia del Señor.
Ella se desplomó en la entrada de la casa y quedó allí hasta que aclaró.
«Levántate y vamos —le dijo—. Pongámonos en marcha». Pero no recibió respuesta, pues ella estaba muerta. Él la cargó entonces sobre el burro y se fue a su casa.