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Juan 12:20 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Entre la gente que había ido a adorar en la fiesta había algunos griegos.

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Biblia Reina Valera 1960

Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Algunos griegos que habían ido a Jerusalén para celebrar la Pascua

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Biblia Católica (Latinoamericana)

También un cierto número de griegos, de los que adoran a Dios, habían subido a Jerusalén para la fiesta.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entre los que subían a adorar en la fiesta, había algunos griegos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Había allí, entre los que habían subido para adorar en la fiesta, un grupo de griegos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta.

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Juan 12:20
19 Tagairtí Cros  

En aquel día, el que creó la dinastía real de David será estandarte de salvación para todo el mundo. Las naciones acudirán a él, pues el sitio en donde viva será un lugar glorioso.


la mujer le suplicó que liberara a su hija del poder de los demonios. La mujer era griega, pero de nacionalidad sirofenicia.


Seis días antes de la Pascua, Jesús llegó a Betania, donde vivía Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado.


Pero los fariseos se decían unos a otros: «Dense cuenta, así no vamos a lograr nada. ¡Miren, todo el mundo lo sigue!».


Los judíos se preguntaban entre ellos: «¿Y a dónde piensa irse este que no podremos encontrarlo? ¿Acaso pensará ir a los judíos que están dispersos entre las naciones, y enseñar a los griegos?


Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga judía en Iconio y predicaron de tal modo que un gran número de gentiles y judíos creyeron.


Pablo y Silas fueron primero a Derbe y luego a Listra, donde conocieron a un creyente llamado Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego.


Varios de los judíos creyeron y se unieron a Pablo y Silas. También un gran número de griegos piadosos y muchas mujeres importantes de la ciudad.


A judíos y gentiles les he dado testimonio de que necesitan arrepentirse de sus pecados y tener fe en nuestro Señor Jesucristo.


«¡Varones israelitas! —gritaron agarrándolo por los brazos—. ¡Ayúdennos! Este es el hombre que predica contra nuestro pueblo y anda por ahí aconsejando que desobedezcan las leyes judías. ¡Y hasta se ha atrevido a hablar contra el templo y a profanarlo introduciendo griegos en él!».


Así lo hizo. Y por el camino se encontró con un etíope eunuco, el tesorero de Etiopía, funcionario poderoso de la reina Candace. El etíope había ido a Jerusalén a adorar en el templo.


Porque nunca me avergüenzo de las buenas noticias; ellas constituyen el poder de Dios para la salvación de todos los que creen. A los judíos se les dio el privilegio de ser los primeros en escuchar la predicación de este mensaje, pero ya el mundo entero está escuchándolo.


Pues el mismo Señor que es Señor de todos no hace diferencia entre el judío y el que no lo es. Él bendice generosamente a quienes se lo piden.


Y ni siquiera le exigieron a Tito, mi compañero, que se circuncidara, a pesar de que era griego.


Ya no importa si eres judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer. Todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.


La nacionalidad y la raza, la religión, la educación y la posición social carecen de importancia en esta vida. Lo que importa es que Cristo es todo y está en todos.