y le dijo: ―Ya que me obedeciste y no me negaste a tu único hijo, juro por mí mismo —lo digo yo, el Señor—, que
Jeremías 22:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Pero si no atienden esta advertencia, juro por mi gran fama, dice el Señor, que este palacio lo convertiré en ruinas y la familia real acabada. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Mas si no oyereis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice Jehová, que esta casa será desierta. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, si rehúsan prestar atención a esta advertencia, les juro por mi propio nombre, dice el Señor, que este palacio se convertirá en un montón de escombros’”». Biblia Católica (Latinoamericana) Pero si no escuchan estas palabras, les juro por mí mismo, Yavé es quien habla, este palacio será destruido. La Biblia Textual 3a Edicion Pero si no escucháis estas palabras, por mí mismo he jurado, dice YHVH, que esta casa quedará desolada. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero si no escucháis estas palabras, juro por mí mismo -oráculo de Yahveh- que esta casa vendrá a ser una ruina. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Pero si no observáis estas palabras, por mí he jurado, dice Jehová, que esta casa será una desolación. |
y le dijo: ―Ya que me obedeciste y no me negaste a tu único hijo, juro por mí mismo —lo digo yo, el Señor—, que
»Pero si no me siguen, si rechazan las leyes que les he dado, y adoran ídolos,
Aunque sea un templo famoso, llegará el día en que todo aquel que pase por aquí exclamará atónito: “¿Por qué el Señor habrá hecho algo tan terrible a esta tierra y a este templo?”.
Y la respuesta será: “Porque su pueblo abandonó al Señor, Dios de sus padres, el Dios que los sacó de la tierra de Egipto, y en su lugar adoraron a otros dioses. Ese es el motivo por el cual Dios ha procedido de esta manera”».
Así que, en mi enojo, hice un juramento: “Jamás entrarán en mi reposo”».
Pero si continúan volviéndome las espaldas y negándose a escucharme, morirán a manos de sus enemigos. Yo, el Señor, se los aseguro.
Luego el Señor dijo: He abandonado a mi pueblo, mi propiedad; en manos de sus enemigos he entregado lo que más amo.
Pero si no me escuchan, y se niegan a dedicar para mí el sábado, y en sábado meten cargamentos de mercancía por estas puertas de Jerusalén como si fuera un día común, entonces incendiaré las puertas. El fuego se extenderá a los palacios y los destruirá, sin que nadie pueda apagar un incendio tan destructivo.
Diles de parte del Señor: Si no escuchan y obedecen las instrucciones que les he dado,
Mientras tanto el ejército incendió a Jerusalén, inclusive el palacio, y derribó las murallas de la ciudad.
Pero escuchen el mensaje del Señor, todos ustedes, judíos que viven en tierra de Egipto: Por mi gran fama he jurado, dice el Señor, que de nada les servirá ya buscar mi auxilio y bendición, diciendo: «¡Oh Señor Dios nuestro, ayúdanos!».
El Señor, el Dios Todopoderoso, ha jurado por su propia gran fama: «¡Yo desprecio el orgullo y la vanidad de Israel, y odio sus hermosos palacios! Por eso entregaré esta ciudad a sus enemigos; sí, la entregaré con todo lo que hay en ella».
Por eso, por culpa de ustedes, profetas falsos, Jerusalén será arada como si fuera un potrero y se convertirá en un montón de ruinas, y la montaña donde se asienta el templo se llenará de maleza como cualquier ruina abandonada.
Y ¿a quiénes se refería Dios cuando juró que no entrarían a la tierra que había prometido a su pueblo? Se refería a los que lo habían desobedecido.
En la promesa que Dios hizo a Abraham, Dios juró por sí mismo, ya que no había nombre mayor por el cual jurar. Y dijo:
Dios se ató a un juramento para que los herederos de la promesa estuvieran absolutamente seguros de su cumplimiento, y que supieran que nada cambiaría el juramento.