Cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, Dios le entregó dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos, escritos con su propio dedo.
Éxodo 32:16 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Dios mismo preparó las tablas y escribió en ellas. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Biblia Nueva Traducción Viviente Estas tablas eran obra de Dios; cada palabra estaba escrita por Dios mismo. Biblia Católica (Latinoamericana) Las tablas eran obra de Dios, como también la escritura era la escritura de Dios, grabada sobre ellas. La Biblia Textual 3a Edicion Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Las dos tablas eran obra de Dios, y la escritura grabada en ellas era escritura de Dios. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. |
Cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, Dios le entregó dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos, escritos con su propio dedo.
Luego Moisés descendió del monte, llevando en sus manos las dos tablas de piedra, en las que estaban escritos los mandamientos por ambos lados.
Cuando Josué oyó el bullicio del pueblo que gritaba, le dijo a Moisés: ―Suena como si estuvieran preparándose para la guerra.
El Señor le dijo a Moisés: ―Prepara dos tablas de piedra como las primeras, y yo escribiré en ellas los mismos mandamientos que estaban en las tablas que quebraste.
Moisés tomó dos tablas de piedra similares a las primeras, se levantó de madrugada y subió al monte Sinaí, tal como el Señor le había dicho, llevando las dos tablas de piedra en las manos.
Ustedes son una carta de Cristo escrita por nosotros, no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no fue labrada en piedra, sino en las tablas del corazón humano.
El ministerio que conducía a la muerte fue grabado en piedras; era tan glorioso que el pueblo no podía fijar la vista en el rostro de Moisés. Esto se debía a que el rostro le resplandecía con la gloria de Dios, si bien aquella brillantez ya se estaba desvaneciendo.
»En aquel tiempo, el Señor me dijo que preparara dos tablas de piedra como las primeras, y que hiciera un cofre de madera para guardarlas dentro, y que volviera a subir a su presencia en el monte.
»De inmediato descendí de la montaña que ardía en fuego, llevando en mis manos las dos tablas de la alianza.
Por eso, este es el pacto que haré con el pueblo de Israel después de aquellos días, —dice el Señor—: Escribiré mis leyes en su mente y en su corazón. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.