Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Éxodo 24:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Moisés tomó la mitad de la sangre de estos animales y la echó en grandes vasijas. La otra mitad la roció sobre el altar.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Moisés dejó escurrir la mitad de la sangre de estos animales en unos tazones; la otra mitad la salpicó sobre el altar.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; con la otra mitad roció el altar.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Y Moisés tomó la mitad de la sangre y la puso en tazones, y la otra mitad de la sangre la derramó sobre el altar.

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y con la otra mitad roció el altar.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Éxodo 24:6
22 Tagairtí Cros  

Rechazaron sus leyes y el pacto que había hecho con sus antepasados, y despreciaron todas sus advertencias. En su rebeldía adoraron ídolos paganos, como las naciones vecinas, a pesar de las reiteradas advertencias del Señor.


Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes, y Samuel también clamó su nombre. Ellos suplicaron al Señor su ayuda y él les respondió.


Recojan la sangre del cordero en una vasija, tomen una rama de hisopo, mójenla en la sangre del cordero y unten la sangre en los postes de la puerta y el travesaño. ¡Que nadie salga de su casa en toda la noche!


Luego tomarán un poco de sangre del animal y la colocarán en los dos postes y en el travesaño de la puerta de la casa en que se han de comer al animal.


Moisés tomó la sangre que estaba en las vasijas, roció con ella al pueblo, y dijo: ―Esta sangre confirma y sella el pacto que el Señor ha hecho con ustedes, al darles estas leyes.


No será como el convenio que hice con sus antepasados cuando de la mano los saqué de tierra de Egipto, convenio que ellos quebrantaron, obligándome a rechazarlos, dice el Señor.


El hombre que lo presente lo matará delante del Señor, en el lado norte del altar, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, rociarán la sangre alrededor del altar.


El hombre dará muerte al animal allí, delante del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, presentarán la sangre delante del Señor y la rociarán alrededor del altar, a la entrada del santuario.


El hombre que presenta la ofrenda pondrá la mano sobre la cabeza del animal y lo matará a la entrada del santuario. Entonces los hijos de Aarón rociarán la sangre a los lados del altar,


mojará el dedo en la sangre y la rociará siete veces delante del Señor, ante la cortina que cierra la entrada al Lugar Santísimo.


De la misma manera, tomó la copa después de haber cenado y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto confirmado con mi sangre. Cada vez que la beban, háganlo en memoria de mí».


Por medio del Hijo, Dios reconcilió con él todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra. Esa paz la logró Dios por medio de la sangre que Jesús derramó en la cruz.


Se han acercado a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada, que habla con más fuerza que la sangre de Abel.


No será como el pacto que hice con sus antepasados el día en que de la mano los saqué de Egipto, pues porque ellos no cumplieron con mi pacto, yo los abandoné, —dice el Señor—.


Por eso, ni siquiera el primer pacto se estableció sin sangre.


Moisés, después de anunciar a todo el pueblo los mandamientos de la ley, tomó lana roja y ramas de hisopo, las mojó con la sangre de los becerros y los chivos mezclada con agua, y con eso roció el libro de la ley y a todo el pueblo.


De la misma manera, roció con la sangre el santuario y todos los objetos que se usaban en el culto.


sino con la preciosa sangre de Cristo, que fue como un cordero sin mancha y sin defecto.


que tengan gracia y paz en abundancia. Dios el Padre los eligió de acuerdo con su propósito y por medio del Espíritu los ha santificado, para que obedezcan a Jesucristo y sean salvados por su sangre.