Cuando Esaú escuchó esto, comenzó a llorar con profunda amargura, y le dijo: ―Padre mío, ¡bendíceme también a mí!
Ester 4:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Cuando Mardoqueo supo lo que se había hecho, rasgó su ropa, se vistió de luto, se echó ceniza en la cabeza y salió por la ciudad dando gritos de dolor. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando Mardoqueo se enteró de todo lo que había ocurrido, se rasgó su ropa, se vistió de tela áspera, se arrojó ceniza y salió por la ciudad llorando a gritos con un amargo lamento. Biblia Católica (Latinoamericana) Al enterarse Mardoqueo de esas determinaciones rasgó su ropa, se puso un saco y se cubrió de ceniza, luego salió a recorrer la ciudad lanzando gritos desgarradores. La Biblia Textual 3a Edicion Mardoqueo supo todo lo que se había hecho. Entonces Mardoqueo rasgó sus vestidos y se vistió de saco° y de ceniza, y entró al medio de la ciudad,° y allí clamó amargamente. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando Mardoqueo supo todo lo que estaba ocurriendo, rasgó sus vestiduras, se vistió de sayal, se cubrió de ceniza y salió por toda la ciudad, clamando con grandes y amargos clamores, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestiduras, y se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor. |
Cuando Esaú escuchó esto, comenzó a llorar con profunda amargura, y le dijo: ―Padre mío, ¡bendíceme también a mí!
Entonces Israel rasgó su ropa y se vistió de ropas ásperas e hizo duelo por su hijo, y lo lloró durante varias semanas.
David y sus hombres rasgaron su ropa en señal de dolor cuando oyeron aquellas noticias.
Al salir de la casa de Amnón, se rasgó su túnica y se echó ceniza en la cabeza, y con sus manos en la cabeza salió gritando y llorando.
Se detuvo ante la puerta del palacio, porque a nadie se le permitía entrar vestido de esa manera.
De igual manera, cuando la noticia de la orden real llegaba a las distintas provincias donde vivían judíos, estos sentían mucho dolor, ayunaban, lloraban y se lamentaban amargamente. Muchos se vestían de luto y dormían sobre ceniza.
Job se levantó y rasgó su manto y se rasuró la cabeza en señal de duelo y se postró en tierra en actitud de adoración.
Y Job, sentado en medio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente.
Los gritos de las ciudades de Hesbón y Elalé llegan lejos, hasta Yahaza. Los más valientes guerreros de Moab lloran completamente aterrorizados.
Déjenme llorar, no traten de consolarme, déjenme llorar por mi pueblo al ver cómo lo destruyen.
Cuando el rey Ezequías se enteró del resultado de la reunión, rasgó su ropa y se vistió de tela ordinaria de la que se usa para hacer sacos, como señal de humildad y duelo, y fue al templo a orar.
Y mientras tanto envió ante Isaías, el profeta hijo de Amoz, a Eliaquín su primer ministro, a Sebna su escriba real y a los sacerdotes más ancianos, todos vestidos de saco penitencial.
Si a eso que ustedes hacen le llaman ayuno, ¡a mí no me agrada para nada! Para mí nada tiene que ver con el ayuno que ustedes hagan penitencia y se mortifiquen y doblen la espalda como junco y se vistan de luto y se acuesten sobre ceniza.
Ahora tiemblen porque la espada afilada está ya en manos del verdugo.
»Hombre mortal, suspira y gime de dolor en tu amarga angustia, que tu cuerpo se agite por los sollozos; ellos se impactarán por tanto dolor.
Así que rogué a Dios el Señor. Oré, ayuné y me vestí con ropas ásperas, sentándome en ceniza.
Lloraré y me sentiré muy triste; andaré descalzo y desnudo. Aullaré como si fuera un chacal, y chillaré como si fuera un avestruz herido.
»Ese día terrible del Señor está cerca. ¡Se acerca rápidamente! Ese día será tan horrible que hasta los más valientes llorarán amargamente y habrá alboroto por todos lados.
«¡Pobre de ti, Corazín! ¡Pobre de ti, Betsaida! Si los milagros que se realizaron en tus calles se hubieran realizado en Tiro y Sidón, hace mucho tiempo que estas ciudades se habrían vestido de ropas ásperas y se habrían echado ceniza en la cabeza como muestra de su arrepentimiento.
Cuando Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo, se rasgaron la ropa y se lanzaron entre la multitud gritando:
Josué y los ancianos de Israel rasgaron su ropa y se postraron delante del cofre del Señor echando polvo sobre sus cabezas.
Y enviaré a mis dos testigos para que profeticen durante mil doscientos sesenta días vestidos de luto».