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Esdras 8:15 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Nos reunimos cerca del río que desemboca en el Ahava, y acampamos allí tres días, mientras tomábamos nota de las personas y de los sacerdotes que habían llegado. Encontré que ningún levita se había presentado como voluntario.

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Biblia Reina Valera 1960

Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Reuní a los desterrados junto al canal de Ahava, y acampamos allí tres días, mientras revisaba la lista de las personas y los sacerdotes que habían llegado. Descubrí que ni un solo levita se había ofrecido para acompañarnos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Los reuní cerca del río que corre hacia Ahava y acampamos allí tres días. Vi que había laicos y sacerdotes, pero no, levitas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y los reuní junto al río que corre hacia Ahava, y acampamos allí tres días; y pasé revista al pueblo y a los sacerdotes, pero no encontré allí de los hijos de Leví.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los reuní a la orilla del río que corre hacia Ahavá, y allí acampamos tres días. Observé que había gente del pueblo y sacerdotes, pero no levitas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días: y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví.

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Esdras 8:15
12 Tagairtí Cros  

Decreto asimismo que los sacerdotes, levitas, miembros del coro, porteros, y servidores del templo quedan exentos de todo tipo de impuestos.


Y bendito sea Dios por la demostración de su misericordia hacia mí, al honrarme delante del rey, de sus consejeros y delante de todos sus poderosos príncipes. Mi Señor y Dios, te doy gracias por haberme fortalecido, por haber estado conmigo y por haberme permitido convencer a algunos de los jefes de Israel para que regresaran conmigo a Jerusalén».


Con Esdras regresaron muchos israelitas, entre los cuales había sacerdotes, levitas, cantores, porteros, y sirvientes del templo. Salieron de Babilonia el día primero del mes primero del séptimo año del reinado de Artajerjes, y llegaron a Jerusalén, sin ningún contratiempo, el día primero del mes quinto del mismo año, porque Esdras contaba con la bondadosa ayuda del Señor.


Entonces mandé a buscar a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, que eran jefes del pueblo. También mandé a buscar a Joyarib y a Elnatán, que eran hombres muy sabios.


Del clan de Finés: Guersón; del clan de Itamar: Daniel; del clan de David: Jatús; del clan de Secanías y del clan de Parós: Zacarías, y con él otros ciento cincuenta varones; del clan de Pajat Moab: Elihoenay hijo de Zeraías, y doscientos varones más; del clan de Secanías: el hijo de Jahaziel y trescientos varones más; del clan de Adín: Ébed hijo de Jonatán, y cincuenta varones más; del clan de Elam: Isaías hijo de Atalías, y otros setenta varones; del clan de Sefatías: Zebadías hijo de Micael, y ochenta varones más; del clan de Joab: Abdías hijo de Jehiel, y otros doscientos dieciocho varones; del clan de Baní: Selomit hijo de Josifías, y otros ciento sesenta varones; del clan de Bebay: Zacarías hijo de Bebay, y otros veintiocho varones; del clan de Azgad: Johanán hijo de Hacatán, y otros ciento diez varones; del clan de Adonicán: Elifélet, Jeyel, Semaías, y otros sesenta varones. Estos fueron los últimos en llegar; del clan de Bigvay: Utay, Zabud y otros setenta varones.


Luego, allí junto al río Ahava, proclamé un ayuno, para humillarnos delante de nuestro Dios. Le pedimos que nos diera un buen viaje y nos protegiera, junto con nuestros hijos y los bienes con los que viajábamos.


Levantamos el campamento que estaba junto al río Ahava, y salimos rumbo a Jerusalén el día doce del mes primero. Dios nos protegió y nos libró de enemigos y bandidos a lo largo del camino.


Llorando nos sentábamos junto a los ríos de Babilonia pensando en Sion.


Ezequiel, hijo de Buzí, era un sacerdote que vivía con los exiliados judíos junto al río Quebar, en Babilonia. El recibió de parte de Dios visiones que le mostraban lo que acontecería en los próximos meses y años.


Llegamos a Tel Aviv, donde estaban los israelitas deportados, junto al río Quebar. Al llegar me senté entre ellos, abrumado y atónito, durante siete días.


El día de reposo fuimos a la orilla del río que está fuera de la puerta, donde se reunían para orar. Nos sentamos y hablamos con las mujeres que habían llegado.