Al oír el clarín relincha: “¡Ea!”. De lejos olfatea la batalla. Se alegra con el clamor de la pelea y el rugido de las órdenes del capitán.
Apocalipsis 9:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Traían puestas corazas que parecían de hierro, y sus alas producían un estruendo semejante al de muchos carros que corren a la batalla tirados por caballos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; Biblia Nueva Traducción Viviente Llevaban puestas armaduras de hierro, y sus alas rugían como un ejército de carros de guerra que se apresura a la batalla. Biblia Católica (Latinoamericana) Tienen corazas de hierro y sus alas hacen el mismo ruido que un ejército de carros con muchos caballos que corren al combate. La Biblia Textual 3a Edicion y tenían corazas como corazas hechas de hierro; el estruendo° de sus alas era como el estruendo° de muchos carros° de caballos que corren a la batalla. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Llevaban corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como ruido de carros de muchos caballos que se lanzan al combate. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y tenían corazas como corazas de hierro; y el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla. |
Al oír el clarín relincha: “¡Ea!”. De lejos olfatea la batalla. Se alegra con el clamor de la pelea y el rugido de las órdenes del capitán.
Sus vértebras van derechas como un tubo de bronce. Tiene las costillas como barras de hierro.
En aquel glorioso día de paz ya no se fabricará armamento, no habrá más uniformes de guerra manchados de sangre. Todo eso será quemado.
¡Pero no es una inundación de aguas sino de soldados enemigos! Escuchen el tamborileo de las herraduras de los caballos y el estruendo de las ruedas al paso de los carros de guerra. ¡Huyen los padres sin volver siquiera la mirada a sus indefensos hijos,
En visión, vi delante de mí aquella caballería. Los jinetes llevaban corazas de un color rojo fuego, si bien es cierto que algunas eran azul cielo y otras amarillas. Las cabezas de los caballos parecían cabezas de leones, y por el hocico echaban humo, fuego y azufre,