Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Apocalipsis 10:10 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

Lo tomé entonces y me lo comí. Y, efectivamente, me fue dulce en la boca, pero al tragármelo me amargó el estómago.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Entonces tomé el pequeño rollo de la mano del ángel, ¡y me lo comí! Fue dulce en mi boca, pero cuando lo tragué, se volvió amargo en mi estómago.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Tomé el librito de la mano del ángel y me lo comí; en la boca era dulce como la miel, pero cuando terminé de comerlo se me volvió amargo en el estómago.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Y tomé el pequeño rollo de la mano del ángel, y lo devoré; y en mi boca era dulce como miel, pero cuando lo comí, se me amargó el vientre.°

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Tomé el pequeño rollo de la mano del ángel y lo devoré. Y era en mi boca dulce como la miel; pero cuando lo comí sentí amargor en el vientre.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y en mi boca fue dulce como la miel; y cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Apocalipsis 10:10
9 Tagairtí Cros  

Deseo que a él le agraden todos estos pensamientos, pues él es la fuente de toda mi alegría.


Qué dulces son tus palabras a mi paladar; son más dulces que la miel.


Son más deseables que el oro, más que el oro refinado. Son más dulces que la miel que destiló del panal.


Las palabras amables son como la miel, endulzan el alma y dan salud al cuerpo.


Él lo desenrolló, y entonces vi que estaba lleno de advertencias, lamentaciones y condenas.


El Espíritu me alzó por los aires. Yo iba lleno de amargura e ira, pero la mano del Señor me tenía agarrado con gran fuerza.


«Cómelo todo», me dijo. Y cuando lo comí, supe que tenía el gusto dulce de la miel.


Entonces el ángel me ordenó: «Todavía tienes que profetizar de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes».


Yo me le acerqué y se lo pedí. «Sí» me respondió; «tómalo y cómetelo. Al principio te sabrá a miel, pero cuando te lo tragues te amargará el estómago».