«¡Señor, ayúdanos!», clamaron en su angustia, y él los libró de su dolor.
2 Samuel 22:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Pero en mi angustia invoqué al Señor, y él me oyó desde su templo. ¡Mi clamor llegó a sus oídos! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos. Biblia Nueva Traducción Viviente Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, clamé a Dios por ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos. Biblia Católica (Latinoamericana) y en mi angustia clamé a Yavé,
le grité a mi Dios.
Mi grito llegó hasta su presencia,
desde su templo escuchó mi voz. La Biblia Textual 3a Edicion En mi angustia invoqué a YHVH, Sí, invoqué a mi Dios, y oyó mi voz desde su morada, Y mi clamor llegó a sus oídos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 En mi aprieto yo clamo al Señor, a mi Dios elevo el grito, y él escucha mi voz desde su templo mi clamor alcanza a sus oídos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) En mi angustia, invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios; y Él oyó mi voz desde su templo; y llegó mi clamor a sus oídos. |
«¡Señor, ayúdanos!», clamaron en su angustia, y él los libró de su dolor.
En mi angustia clamé al Señor pidiendo ayuda. Y él me escuchó desde su templo; mi clamor llegó a sus oídos.
Lo que pido de Dios, lo que más deseo, es el privilegio de meditar en su templo, vivir en su presencia cada día de mi vida y deleitarme en su perfección y gloria.
Este pobre clamó al Señor; el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus tribulaciones.
―He visto los profundos sufrimientos de mi pueblo en Egipto —le dijo el Señor—, y he oído sus oraciones en que piden liberación de sus duros capataces.
Entonces dije: “He sido arrojado de tu presencia. ¿Cómo me será posible volver a visitar tu santo templo de Jerusalén?”.
»Cuando casi había perdido toda mi esperanza, mis últimos pensamientos los dirigí una vez más al Señor, y mi oración desesperada fue escuchada por él.
»En cambio, el Señor está en su santo templo, ¡guarden silencio respetuoso delante de él los habitantes de toda la tierra!».
Estaba tan angustiado, que se puso a orar con más intensidad, y su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre.
Cuando Cristo estaba en la tierra, con voz fuerte y muchas lágrimas ofreció ruegos y súplicas a Dios, quien podía librarlo de la muerte. Y Dios escuchó sus oraciones en virtud de su ferviente deseo de obedecer a Dios.
Ustedes no pagaron el salario a los obreros que les trabajaron sus campos, y ese hecho grita contra ustedes. El grito de protesta de esos trabajadores lo ha escuchado el Señor Todopoderoso.