Carbones encendidos brotaron de su resplandor.
Por el resplandor de su presencia se encendieron carbones ardientes.
Un gran resplandor brilló alrededor de él, y carbones encendidos se dispararon.
Un resplandor iba delante de él, brasas ardientes lo alumbraban.
Al fulgor de su presencia se encendieron las centellas;
Al fulgor de su presencia, se transforman las nubes en granizo y brasas encendidas.
El Señor tronó desde los cielos; desde el cielo se escuchó la voz del Dios Altísimo.
Humo salió de su nariz; su boca vomitó fuego consumidor; ¡arrojaba carbones encendidos!
Los que estaban al pie del monte tuvieron una visión sobrecogedora. La gloria del Señor sobre la cumbre del monte parecía un fuego abrasador.