David se levantó del suelo y se lavó, se cepilló el cabello, se cambió la ropa, entró en el Santuario y adoró al Señor. Luego regresó al palacio, y comió.
2 Samuel 12:21 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Sus servidores estaban asombrados. ―¡No lo comprendemos! —le dijeron—. Mientras el niño aún vivía usted lloraba y se negaba a comer, pero ahora que el niño ha muerto, usted ha dejado de llorar y está comiendo nuevamente. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. Biblia Nueva Traducción Viviente Sus consejeros estaban asombrados. —No lo entendemos —le dijeron—. Mientras el niño aún vivía, usted lloraba y rehusaba comer. Pero ahora que el niño ha muerto, usted terminó el duelo y de nuevo está comiendo. Biblia Católica (Latinoamericana) Sus servidores le dijeron: '¿Qué haces? Cuando el niño estaba vivo, ayunabas, llorabas, y ahora que está muerto, te levantas y comes'. La Biblia Textual 3a Edicion Y sus siervos le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho? Mientras el niño vivía, ayunabas y llorabas, pero cuando el niño murió, te has levantado y has comido pan. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dijéronle sus servidores: '¿Qué sentido tiene lo que haces? Cuando aún vivía el niño, ayunabas por él y llorabas; y ahora que está muerto te levantas y comes'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Viviendo aún el niño, ayunabas y llorabas por él; y muerto el niño, te levantaste y comiste pan. |
David se levantó del suelo y se lavó, se cepilló el cabello, se cambió la ropa, entró en el Santuario y adoró al Señor. Luego regresó al palacio, y comió.
David les respondió: ―Ayuné y lloré mientras el niño estaba vivo, porque me dije: “Quizás el Señor tendrá misericordia de mí, y dejará vivir al niño”.
«Por favor, Señor, recuerda que siempre he tratado de obedecerte y agradarte en todo lo que hago». Y rompió a llorar.
Por el contrario, el que tiene el Espíritu lo juzga todo, aunque él mismo no está sujeto al juicio de nadie, pues