2 Samuel 1:2 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl con su ropa desgarrada y con polvo en su cabeza, en señal de dolor. Cuando estuvo delante de David, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, como muestra de respeto. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, rotos sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia. Biblia Nueva Traducción Viviente Al tercer día llegó un hombre del campamento del ejército de Saúl con sus ropas rasgadas y polvo sobre la cabeza en señal de duelo. El hombre cayó al suelo y se postró delante de David con profundo respeto. Biblia Católica (Latinoamericana) Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl: tenía la ropa hecha tiras y tierra en la cabeza. Apenas llegó donde David, se tiró al suelo y se postró. La Biblia Textual 3a Edicion Al tercer día sucedió que llegó un hombre del campamento de Saúl, con sus vestidos rotos y tierra sobre su cabeza. Y ocurrió que cuando llegó ante David, cayó en tierra° y se postró. Biblia Serafín de Ausejo 1975 al tercer día llegó del campamento de Saúl un hombre con los vestidos desgarrados y cubierta de polvo la cabeza. Al acercarse a David, se echó a tierra y se postró ante él. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Al tercer día, sucedió que vino un hombre del campamento de Saúl, rotas sus vestiduras, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra, e hizo reverencia. |
Un poco más tarde llegó Rubén (que había estado fuera cuando pasaron los ismaelitas) y fue hasta la cisterna para sacar a José. Cuando vio que José no estaba allí, rasgó sus ropas lleno de angustia y de frustración.
Entonces Israel rasgó su ropa y se vistió de ropas ásperas e hizo duelo por su hijo, y lo lloró durante varias semanas.
―Sí —respondieron ellos—. Vive y goza de buena salud. Entonces volvieron a inclinarse delante de José.
―¿De dónde vienes? —le preguntó David. ―Logré escaparme del campamento de Israel —le contestó el soldado.
Al salir de la casa de Amnón, se rasgó su túnica y se echó ceniza en la cabeza, y con sus manos en la cabeza salió gritando y llorando.
Cuando la mujer llegó ante el rey, se arrojó con el rostro al suelo frente a él y clamó: ―¡Mi señor, por favor, ayúdeme!
Cuando llegaron a la cumbre del monte de los Olivos, donde el pueblo adoraba a Dios, David encontró a Husay, el arquita, con la ropa rasgada y con la cabeza cubierta de ceniza, en señal de duelo.
Cuando Arauna vio que el rey y sus hombres se le acercaban, les salió a su encuentro y se postró hasta tocar el suelo con su frente.
La recompensa que le di a aquel que me dijo: “Saúl ha muerto”, pensando que me traía una buena noticia, fue apresarlo y hacerlo matar en Siclag.
«Ve y reúne a todos los judíos de Susa y pídeles que ayunen por mí. Diles que no coman ni beban durante tres días con sus noches. Yo y mis sirvientas haremos lo mismo. Luego, aunque está estrictamente prohibido, me presentaré ante al rey. ¡Si he de morir, que muera!».
Tres días más tarde, Ester se puso sus vestiduras reales y entró al patio interior, al salón real del palacio, donde el rey estaba sentado en su trono.
¡Qué imponentes son tus obras, oh Dios! ¡Cuán grande es tu poder! ¡Con razón se rinden tus enemigos!
llorando amargamente, echando polvo sobre sus cabezas y revolcándose en cenizas!
En tan sólo dos o tres días nos sanará por completo y entonces podremos vivir siempre bajo su protección. ¡No vacilemos en buscar al Señor!
No finjan arrepentimiento rasgándose la ropa, sino vuélvanse al Señor su Dios con un corazón lleno de arrepentimiento sincero. Porque él es un Dios amoroso y bueno, que no se enoja fácilmente. Él los ama mucho y le duele castigarlos.
Porque de la misma manera que Jonás estuvo en las entrañas de un gran pez tres días y tres noches, yo, el Hijo del hombre, pasaré tres días y tres noches en las entrañas de la tierra.
Desde entonces empezó a explicarles claramente que era imprescindible que fuera a Jerusalén, que allí sufriría mucho en manos de los dirigentes judíos; y que, aunque al fin lo matarían, a los tres días resucitaría.
Josué y los ancianos de Israel rasgaron su ropa y se postraron delante del cofre del Señor echando polvo sobre sus cabezas.
Obligaré a los de la sinagoga de Satanás, que dicen mintiendo que son míos, a postrarse a tus pies y reconocer que te amo.
En cuanto se fue, David salió de su escondite detrás de la roca, se inclinó tres veces y se puso rostro en tierra. Luego se abrazaron al tiempo que lloraban, especialmente David.
Cuando Abigaíl vio a David, se desmontó e hizo una reverencia delante de él.
Un hombre de la tribu de Benjamín corrió desde el campo de batalla y llegó a Siló el mismo día con sus ropas rasgadas y con polvo en la cabeza.
―Vengo del campo de batalla; hoy mismo escapé de allí —le dijo a Elí. ―¿Qué noticias traes, hijo mío? —preguntó el anciano.