Entonces Eliseo se dirigió al manantial, que estaba en las afueras de la ciudad, y lanzando la sal en el manantial, declaró: ―El Señor ha purificado estas aguas. Ya no causarán más muerte ni esterilidad.
2 Reyes 3:12 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008 ―Muy bien —respondió Josafat—. Él nos dará palabra del Señor. Entonces los reyes de Israel, Judá y Edom fueron a consultar a Eliseo. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Edom. Biblia Nueva Traducción Viviente —Sí, el Señor habla por medio de él —dijo Josafat. Así que el rey de Israel, el rey Josafat de Judá y el rey de Edom fueron a consultar a Eliseo. Biblia Católica (Latinoamericana) Josafat dijo: 'La palabra de Yavé está con él'.
Así pues el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom bajaron a su encuentro. La Biblia Textual 3a Edicion Y Josafat dijo: La palabra de YHVH está con él. Y el rey de Israel, Josafat, y el rey de Edom bajaron a él. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dijo entonces Josafat: 'Él tiene la palabra de Yahveh'. Bajaron, pues, hacia él el rey de Israel, Josafat y el rey de Edom. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Josafat dijo: Este tendrá palabra de Jehová. Y descendieron a él el rey de Israel, y Josafat, y el rey de Idumea. |
Entonces Eliseo se dirigió al manantial, que estaba en las afueras de la ciudad, y lanzando la sal en el manantial, declaró: ―El Señor ha purificado estas aguas. Ya no causarán más muerte ni esterilidad.
Pero Josafat, rey de Judá, preguntó: ―¿No hay aquí algún profeta del Señor con nosotros? Si lo hay, podemos preguntarle qué hemos de hacer. ―Eliseo hijo de Safat, que era siervo de Elías, vive cerca de aquí —respondió uno de los oficiales del rey de Israel.
―No quiero nada contigo —le dijo Eliseo al rey Jorán, de Israel—. Ve y pregúntales a los falsos profetas de tu padre y de tu madre. Pero Jorán le respondió: ―No, porque es el Señor quien nos ha traído aquí para ser destruidos por el rey de Moab.
Inmediatamente él y toda su compañía volvieron a buscar al profeta. Parado humildemente ante él, Naamán le dijo: ―Ahora sé que no hay Dios en todo el mundo, sino el de Israel. Te ruego que aceptes un regalo.
Reyes y reinas les servirán, atenderán a todas sus necesidades. Ante ustedes se inclinarán hasta el suelo y lamerán el polvo de sus pies; entonces sabrán que yo soy el Señor. Los que en mí esperan no serán avergonzados jamás.
Los hijos de quienes los oprimieron a ustedes, habitantes de Jerusalén, vendrán a humillarse y hasta les besarán los pies. Llamarán a Jerusalén «Ciudad del Señor» y «Glorioso monte del Santo de Israel».
pero al fin el rey Sedequías lo mandó a llevar secretamente al palacio. El rey le preguntó si había recibido algún mensaje reciente del Señor. ―Sí —dijo Jeremías—, lo he recibido. ¡Serás derrotado por el rey de Babilonia!
Obligaré a los de la sinagoga de Satanás, que dicen mintiendo que son míos, a postrarse a tus pies y reconocer que te amo.