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2 Corintios 3:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

El ministerio que conducía a la muerte fue grabado en piedras; era tan glorioso que el pueblo no podía fijar la vista en el rostro de Moisés. Esto se debía a que el rostro le resplandecía con la gloria de Dios, si bien aquella brillantez ya se estaba desvaneciendo.

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Biblia Reina Valera 1960

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

El camino antiguo, con leyes grabadas en piedra, conducía a la muerte, aunque comenzó con tanta gloria que el pueblo de Israel no podía mirar la cara de Moisés. Pues su rostro brillaba con la gloria de Dios, aun cuando el brillo ya estaba desvaneciéndose.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cuando se dieron leyes grabadas en tablas de piedra, ese ministerio fue rodeado de gloria, a pesar de que no traía más que sentencias de muerte; eso no obstante, los israelitas no podían fijar su mirada en el rostro de Moisés a causa de su resplandor, aunque era fugaz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro° (la cual se desvanece),°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Si aquel ministerio de muerte, grabado con letras sobre piedras, fue tan glorioso que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés a causa del resplandor -aunque pasajero- de su rostro,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y si el ministerio de muerte escrito y grabado en piedras fue glorioso, tanto que los hijos de Israel no podían fijar los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su parecer, la cual había de fenecer,

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2 Corintios 3:7
38 Tagairtí Cros  

Dios el Señor hizo túnicas de pieles de animales, y con ellas vistió al hombre y a su mujer.


»Tú descendiste al monte Sinaí y hablaste con ellos desde el cielo; y les diste leyes, estatutos y mandamientos rectos, firmes y excelentes.


Oh Señor, he anhelado tu salvación, y tu ley es mi deleite.


¡Oh, cuánto amo tu ley! Pienso en ella todo el día.


El Señor le dijo a Moisés: «Sube al monte, donde estoy, y quédate hasta que yo te dé las leyes y los mandamientos que he grabado en tablas de piedra, para que puedas enseñárselos al pueblo».


Cuando terminó de hablar con Moisés sobre el monte Sinaí, Dios le entregó dos tablas de piedra con los Diez Mandamientos, escritos con su propio dedo.


Cuando llegaron cerca del campamento, Moisés vio el becerro y las danzas, y con terrible ira arrojó las tablas al suelo, al pie del monte, y se rompieron.


El Señor le dijo a Moisés: ―Prepara dos tablas de piedra como las primeras, y yo escribiré en ellas los mismos mandamientos que estaban en las tablas que quebraste.


Entonces los presentes en el salón del concilio vieron que el rostro de Esteban se parecía al de un ángel.


A todo el que cree, Dios lo declara justo, pues en Cristo la ley llegó a su cumplimiento.


Lo cierto es que, cuando tratamos de guardar la ley, nos buscamos la ira de Dios. ¡La única forma de no quebrantar la ley sería no teniendo ninguna ley que quebrantar!


La ley vino después para que aumentara el pecado; pero si el pecado aumentó muchísimo, mucho mayor ha sido el amor gratuito de Dios.


Es decir, el mandamiento que debía haberme dado vida, me condenó a muerte.


En mi interior, quisiera obedecer la voluntad de Dios,


Cuando vivíamos de acuerdo con nuestra naturaleza pecaminosa, los deseos pecaminosos actuaban en nosotros, estimulados por la ley. Lo que producían en nosotros era muerte.


Y cuando Dios nos haga perfectos, lo que es imperfecto desaparecerá.


Ustedes son una carta de Cristo escrita por nosotros, no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no fue labrada en piedra, sino en las tablas del corazón humano.


Él nos ha capacitado para que seamos siervos del nuevo pacto, no basado en la ley sino en la obra del Espíritu, porque la ley condena a muerte, pero el Espíritu da vida.


¿No debemos esperar una gloria mucho mayor en estos días del ministerio del Espíritu Santo?


Los que se aferran a la ley para salvarse están bajo la maldición de Dios. Las Escrituras dicen claramente: «Malditos los que quebrantan cualquiera de las leyes que están escritas en el libro de la ley de Dios».


Luego entonces, ¿es la ley de Dios contraria a las promesas de Dios? ¡Por supuesto que no! Si pudiéramos salvarnos por la ley, Dios no nos habría proporcionado otro medio para escapar de la esclavitud del pecado, como dicen las Escrituras. La única manera de recibir la promesa de Dios es por fe en Jesucristo.


Esa fue la manera con la que Dios proclamó sus leyes que ustedes deben obedecer. Son los Diez Mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra.


¿Qué nación, no importa cuán grande sea, tiene leyes tan justas como las que les estoy dando hoy?


»El Señor les dio estas leyes cuando estaban congregados como asamblea ante el monte. Él les habló desde el fuego, las nubes y las tinieblas que cubrían el monte Sinaí. Estos fueron los únicos mandamientos que el Señor les dio entonces, y los escribió en dos tablas de piedra que me entregó.


»De inmediato descendí de la montaña que ardía en fuego, llevando en mis manos las dos tablas de la alianza.


Ustedes no se acercaron a una montaña que se podía tocar y que ardía en fuego, donde había oscuridad, tinieblas y tormenta;


Pero Jesús tiene mayor honor que Moisés, porque el que construye una casa tiene más honor que la casa misma.


donde estaba el altar de oro para el incienso y el cofre del pacto que estaba toda recubierta de oro. Dentro del cofre había una jarra de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que había retoñado, y las tablas del pacto.