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1 Samuel 9:9 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

―Bien —aprobó Saúl—, vayamos y probemos. Fueron entonces a la ciudad donde vivía el profeta. Mientras subían la colina hacia la ciudad, vieron a algunas jóvenes que salían a sacar agua y les preguntaron si sabían donde vivía el vidente: En aquellos días los profetas eran llamados videntes. «Vamos y preguntemos al vidente», decía la gente en vez de decir «vamos y preguntémosle al profeta».

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Biblia Reina Valera 1960

(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.)

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Biblia Nueva Traducción Viviente

(En esos días, si la gente quería recibir un mensaje de Dios, decía: «Vamos a preguntarle al vidente», porque los profetas solían ser llamados «videntes»).

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Porque antes se decía en Israel: 'Vamos donde el vidente' para decir que iban a consultar a Dios. Porque no se hablaba de profetas como ahora sino de videntes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a ’Elohim decía así: ¡Vamos al vidente! porque al profeta de hoy antiguamente se lo llamaba vidente.)

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Antiguamente, en Israel, cuando alguien iba a consultar a Dios, decía: 'Venid, vamos al vidente'. Porque al que hoy llamamos profeta, antes se le llamaba vidente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

(Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos hasta el vidente; porque el que hoy se llama profeta, antiguamente era llamado vidente).

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1 Samuel 9:9
16 Tagairtí Cros  

Pronto se dio cuenta que iba a tener mellizos porque los niños luchaban dentro de su vientre. Preocupada, Rebeca se dijo así misma: «Si las cosas van a seguir así, ¿para qué quiero seguir viviendo?». Entonces fue a consultar al Señor,


Al día siguiente, el Señor habló con el profeta Gad, que era el profeta que atendía a David, y le pidió que le llevara este mensaje a David:


Una y otra vez, el Señor había enviado profetas que advirtieran a Israel y a Judá que era necesario que dejaran sus malos comportamientos, que obedecieran los mandamientos que había dado a sus antepasados por medio de los profetas.


Entonces el Señor le dijo a Gad, profeta personal de David:


Selomit y sus hermanos tenían también la responsabilidad de cuidar de los valores materiales dedicados al Señor por el profeta Samuel, Saúl hijo de Quis, Abner hijo de Ner, y Joab hijo de Sarvia.


Se han escrito biografías detalladas del rey David en las crónicas del profeta Samuel, del profeta Natán y del profeta Gad.


En aquellos días había doscientos doce porteros, y fueron seleccionados en sus propios pueblos, sobre la base de sus genealogías. Sus nombramientos los hacía David, junto con Samuel, considerando los que eran dignos de confianza.


Asá estaba tan enojado con el vidente por haberle dicho esto, que lo mandó a la cárcel. Al mismo tiempo trató con crueldad a varias personas de la ciudad.


En aquel tiempo, el vidente Jananí fue a hablar con el rey Asá y le dijo: «Por cuanto has depositado tu confianza en el rey de Siria, en lugar de acudir al Señor tu Dios, el ejército del rey de Siria se ha escapado de tus manos.


Porque el Señor ha derramado sobre ustedes espíritu de profundo sueño. Ha cerrado los ojos de sus profetas y videntes


A mis profetas les dicen: «¡A callar! ¡Basta de mensajes suyos!». O dicen: «No nos digan la verdad, dígannos algo agradable, dígannos mentiras alegres. Olvídense ya de esas cosas tristes que anuncian, ya hemos oído más que suficiente de su Santo de Israel».


Luego Amasías le dijo a Amós: ―¡Sal de aquí, hombre de visiones! ¡Huye a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allá!


Supongamos que el cuerpo entero fuera ojo, ¿cómo oiría? Y si el cuerpo entero fuera una oreja, ¿cómo podría oler?


Después de la muerte de Josué, la gente de Israel se presentó delante del Señor para pedirle instrucciones. ―¿Cuál de las tribus será la primera en salir a pelear contra los cananeos? —preguntaron.


―Bien —dijeron—, pídele entonces a Dios que te diga si nuestro viaje tendrá éxito.