Y sacó el siervo alhajas de plata y alhajas de oro y vestidos, y diólos a Rebeca; dió también cosas preciosas a su hermano y a su madre.
Éxodo 11:2 - Biblia Version Moderna (1929) Di en oídos del pueblo que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, alhajas de plata y alhajas de oro. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Habla ahora al pueblo, y que cada uno pida a su vecino, y cada una a su vecina, alhajas de plata y de oro. Biblia Nueva Traducción Viviente Diles a todos los hombres y a todas las mujeres israelitas que pidan a sus vecinos egipcios objetos de plata y de oro». Biblia Católica (Latinoamericana) No olvides de decir a todo mi pueblo que cada uno pida a su amigo, y cada mujer a su vecina, objetos de oro y plata. La Biblia Textual 3a Edicion Habla ahora a oídos del pueblo para que cada varón pida a su vecino° y cada mujer a su vecina utensilios de plata y utensilios de oro. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Habla, pues, al pueblo para que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina objetos de plata y oro'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Habla ahora a oídos del pueblo, y que cada hombre pida prestado a su vecino, y cada mujer a su vecina, joyas de plata y de oro. |
Y sacó el siervo alhajas de plata y alhajas de oro y vestidos, y diólos a Rebeca; dió también cosas preciosas a su hermano y a su madre.
De suerte que Dios ha quitado el ganado de vuestro padre, y me lo ha dado.
DE Jehová es la tierra y cuanto ella contiene; el mundo y los que en él habitan.
Y daré a este pueblo favor en los ojos de los Egipcios, y sucederá que cuando partiereis, no iréis con las manos vacías.
Al contrario, pedirá cada mujer a su vecina y a la que mora en su casa, alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos; y los pondréis sobre vuestros hijos, y sobre vuestras hijas; y despojaréis a los Egipcios.
Y yo les dije: Cuantos tuvieren oro, quítenselo. Y ellos me lo dieron a mí; y lo eché en el fuego, y salió este becerro.
Vinieron pues así hombres como mujeres, cuantos tuvieron corazón espontáneo, trayendo broches, y pendientes, y anillos, y collares de cuentas, en fin, toda suerte de alhajas de oro; es decir, toda persona que presentó ofrenda de oro a Jehová.
El hombre bueno deja una herencia a los hijos de sus hijos; mas la hacienda del pecador guardada está para el justo.
¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿o es malo tu ojo, porque yo soy bueno?