Y sucedió que como acabasen los camellos de beber, tomó el hombre un pendiente de oro, de medio siclo de peso, y dos brazaletes para poner sobre sus manos, del peso de diez siclos de oro.
1 Pedro 3:3 - Biblia Version Moderna (1929) Cuyo adorno no sea el adorno exterior, de trenzar el cabello, ni de traer joyas de oro, o de vestir ropas lujosas; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, Biblia Nueva Traducción Viviente No se interesen tanto por la belleza externa: los peinados extravagantes, las joyas costosas o la ropa elegante. Biblia Católica (Latinoamericana) No se preocupen tanto por lucir peinados rebuscados, collares de oro y vestidos lujosos, todas cosas exteriores, La Biblia Textual 3a Edicion Vuestro° atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos,° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Vuestro adorno no sea el exterior, el peinado de los cabellos, los aderezos de joyas, los suntuosos vestidos, Biblia Reina Valera Gómez (2023) Que vuestro adorno no sea exterior, con encrespamiento del cabello y atavío de oro, ni vestidos costosos; |
Y sucedió que como acabasen los camellos de beber, tomó el hombre un pendiente de oro, de medio siclo de peso, y dos brazaletes para poner sobre sus manos, del peso de diez siclos de oro.
Y le pregunté, diciendo: ¿De quién eres hija? Y me respondió: Hija de Betuel, hijo de Nacor, a quien Milca le parió. Entonces le puse este pendiente en la nariz, y los brazaletes en las manos;
Y sacó el siervo alhajas de plata y alhajas de oro y vestidos, y diólos a Rebeca; dió también cosas preciosas a su hermano y a su madre.
¶Entró pues Jehú en Jezreel. Y cuando oyó Jezabel lo sucedido, se pintó los ojos con antimonio, y adornando su cabeza, se puso a mirar desde una ventana.
Y ACONTECIÓ al tercer día, que Ester se vistió regiamente, y se puso de pie en el atrio de la casa del rey, el de más adentro, en frente de la casa real; y el rey estaba sentado sobre el trono de su reino, en la casa real, frente a la entrada de la casa.
Hijas de reyes están entre tus ilustres personajes, a tu diestra está la reina engalanada con oro de Ofir.
Al contrario, pedirá cada mujer a su vecina y a la que mora en su casa, alhajas de plata y alhajas de oro, y vestidos; y los pondréis sobre vuestros hijos, y sobre vuestras hijas; y despojaréis a los Egipcios.
Y díjoles Aarón: Quitad los pendientes que hay en las orejas de vuestras mujeres y de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.
Y cuando el pueblo oyó esta mala nueva, prorrumpió en llanto, y ninguno se vistió sus atavíos.
Vinieron pues así hombres como mujeres, cuantos tuvieron corazón espontáneo, trayendo broches, y pendientes, y anillos, y collares de cuentas, en fin, toda suerte de alhajas de oro; es decir, toda persona que presentó ofrenda de oro a Jehová.
¶Hizo también la fuente de bronce, con su base de bronce, fabricándola de los espejos de las mujeres de la milicia sagrada, que asistían a la entrada del Tabernáculo de Reunión.
¡DESPIÉRTATE, despiértate! ¡vístete de tu fortaleza, oh Sión! ¡vístete tus ropas de hermosura, oh Jerusalem, ciudad santa! Porque no volverá más a entrar en ti el incircunciso y el inmundo.
Con sumo gozo me regocijaré en Jehová; mi alma se alegrará en mi Dios: porque me ha hecho vestir ropas de salvación, me ha cubierto con manto de justicia; como el novio, cual sacerdote, se viste espléndidamente, y como la novia se engalana con sus joyas.
¿Podrá acaso una virgen olvidarse de sus adornos, o una novia de sus galas? pero mi pueblo se ha olvidado de mí por días que no tienen cuenta.
Y tú, una vez desolada, ¿qué harás? Aunque te vistas de escarlata, aunque te engalanes de adornos de oro, aunque te pintes los ojos con antimonio, en vano querrás embellecerte: te desprecian tus amantes; buscan tu vida.
Y además, habéis enviado a traer hombres de lejos; a quienes fué enviado mensajero, y he aquí que vinieron: para los cuales tú te lavaste, te pintaste los ojos, y te adornaste de tus galas;
Y no os conforméis con este siglo, sino antes transformaos, por la renovación de vuestra mente; para que hagáis experiencia de cuál sea la buena, la acepta y la perfecta voluntad de Dios.