Que pueda alegrarse de ti tu padre, y gozarse la que te engendró.
Alégrense tu padre y tu madre, Y gócese la que te dio a luz.
¡Por eso, alegra a tu padre y a tu madre! Que sea feliz la que te dio a luz.
¡Que se regocijen pues tu padre y tu madre, que estalle la alegría de la que te dio a luz!
¡Alégrense tu padre y tu madre, Y regocíjese la que te concibió!
Alégrese tu padre por tu causa, y regocíjese la que te dio el ser.
Alégrense tu padre y tu madre, y regocíjese la que te dio a luz.
El hijo sabio es la alegría de su padre, y el hijo necio la tristeza de su madre.
Un hijo necio es el tormento de su padre y la amargura de su madre.
Hijo mío, si tu corazón es sabio, también mi corazón se alegrará;
Hijo mío, dame tu corazón y ten los ojos fijos en mis consejos.
Hijo mío, sé sabio y alegra mi corazón para que pueda responder al que me insulta.
Los vecinos y parientes, al enterarse del gran favor que el Señor le había hecho, fueron a felicitarla.