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Proverbios 2:1 - Biblia Martin Nieto

Hijo mío, si tú recibes mis palabras y guardas dentro de ti mis mandamientos,

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Biblia Reina Valera 1960

Hijo mío, si recibieres mis palabras, Y mis mandamientos guardares dentro de ti,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Hijo mío, presta atención a lo que digo y atesora mis mandatos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Acoge mis palabras, hijo mío, guarda mi enseñanza,

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La Biblia Textual 3a Edicion

Hijo mío, si aceptas mis palabras, Y guardas mis mandamientos dentro de ti,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Hijo mío, si recibes mis palabras y guardas para ti mis preceptos,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos atesorares dentro de ti,

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Proverbios 2:1
21 Tagairtí Cros  

No me he apartado de los preceptos de sus labios, he guardado en mi pecho la palabra de su boca.


Enséñanos a contar nuestros días para que adquiramos un corazón sabio.


para adquirir una instrucción sensata, justicia, equidad y rectitud,


El que guarda la ley es un hijo inteligente, el que frecuenta los libertinos es la vergüenza de su padre.


Hijo mío, no olvides mi enseñanza, y que tu corazón guarde mis preceptos;


Escuchad, hijos míos, la instrucción de un padre y estad atentos a conocer la prudencia,


Escucha, hijo mío, y recibe mis palabras, y los años de tu vida se multiplicarán.


Fíjalos constantemente en tu corazón, átalos alrededor de tu cuello.


Hijo mío, guarda mis palabras y conserva mis mandatos.


¿No llama la sabiduría, no levanta su voz la inteligencia?


La sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas,


'El reino de Dios es semejante a un tesoro escondido en el campo. El que lo encuentra lo esconde y, lleno de alegría va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo'.


María, por su parte, guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.


Jesús fue con ellos a Nazaret, y les estaba sumiso. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón.


'Grabaos bien estas palabras: El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres'.


Ni tampoco se encuentra más allá de los mares, para que tengas que decir: ¿Quién pasará por nosotros al otro lado de los mares a buscarla para que nos la dé a conocer y la pongamos en práctica?


Esta doctrina es digna de crédito y debe ser aceptada sin reserva: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, el primero de los cuales soy yo.