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Lucas 9:38 - Biblia Martin Nieto

Y, de pronto, un hombre de entre la gente gritó: 'Maestro, por favor, mira a mi hijo, el único que tengo.

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Biblia Reina Valera 1960

Y he aquí, un hombre de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo, pues es el único que tengo;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Un hombre de la multitud le exclamó: —Maestro, te suplico que veas a mi hijo, el único que tengo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

De pronto un hombre de entre ellos empezó a gritar: 'Maestro, te lo suplico, mira a este muchacho, el único hijo que tengo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y he aquí un varón de la multitud clamó diciendo: Maestro, te ruego que veas atentamente a mi hijo, que es mi unigénito;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

De pronto, un hombre que estaba entre la multitud se puso a gritar: '¡Maestro, fíjate en mi hijo, por favor! Es mi único hijo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y he aquí, un hombre de la multitud clamó, diciendo: Maestro, te ruego que veas a mi hijo; porque es mi único hijo;

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Lucas 9:38
8 Tagairtí Cros  

Nosotros respondimos a mi señor: tenemos un padre ya anciano y un hermano que le nació en su vejez; un hermano suyo ha muerto, por lo que le quedó él solo de aquella mujer, y su padre le quiere mucho.


Pero entonces infundiré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de buena voluntad y de súplica. Volverán sus ojos hacia el que traspasaron con la espada y harán luto por él como por un hijo único. Y llorarán por Jerusalén como se llora por el primogénito.


Y una mujer cananea salió de aquellos contornos y se puso a gritar: '¡Ten compasión de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está atormentada por un demonio'.


Al llegar a la puerta de la ciudad, se encontró con que llevaban a enterrar un muerto, hijo único de una madre viuda; la acompañaba todo el pueblo.


Al día siguiente, al bajar del monte, la gente vino a su encuentro.


Un espíritu maligno se apodera de él, y de repente se pone a gritar; lo retuerce entre espumarajos y a duras penas se aleja de él, dejándolo extenuado.


Al oír que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro y le suplicó que fuera a curar a su hijo, que estaba moribundo.