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Jeremías 51:25 - Biblia Martin Nieto

Aquí estoy contra ti, montaña destructora -dice el Señor-, que arrasas toda la tierra. Voy a extender mi mano contra ti, te haré rodar de lo alto de las rocas y te convertiré en monte calcinado.

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Biblia Reina Valera 1960

He aquí yo estoy contra ti, oh monte destruidor, dice Jehová, que destruiste toda la tierra; y extenderé mi mano contra ti, y te haré rodar de las peñas, y te reduciré a monte quemado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

«¡Mira, oh poderosa montaña, destructora de la tierra! Yo soy tu enemigo —dice el Señor—. Levantaré mi puño contra ti, para derribarte desde las cumbres. Cuando termine contigo, no serás más que un montón de escombros quemados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Apenas extienda mi mano contra ti te haré rodar de lo alto de las rocas y te convertiré en un cerro quemado. Jamás sacarán de ti una piedra de cimientos,

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La Biblia Textual 3a Edicion

He aquí Yo estoy contra ti, Oh volcán destructor, dice YHVH, Que destruyó la tierra entera. Extenderé contra ti mi brazo, Y te haré rodar por las peñas, Y haré que seas un volcán extinguido;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Heme aquí contra ti, montaña destructora -oráculo de Yahveh-, que destruyes toda la tierra: extenderé mi mano contra ti, te echaré a rodar desde las rocas y te haré montaña calcinada.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

He aquí, yo estoy contra ti, oh montaña destructora, que destruyes toda la tierra, dice Jehová; y extenderé mi mano sobre ti, y te haré rodar de las rocas, y haré de ti una montaña quemada.

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Jeremías 51:25
18 Tagairtí Cros  

Luego dijeron: 'Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos famosos y no andemos más dispersos por la tierra'.


Cuando estoy en peligro, tú me sacas con vida; das a mis enemigos un puñetazo en las narices y tu diestra me salva.


Izad una enseña sobre un monte pelado, lanzad gritos hacia ellos, indicad con la mano que entren por las puertas de los nobles.


Al cabo de estos setenta años yo castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación -dice el Señor- por sus crímenes, así como al país de los caldeos, y haré de él una desolación eterna.


yo mando a buscar a todas las tribus del norte -dice el Señor- y a Nabucodonosor, rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra este país, contra sus habitantes y contra todas estas naciones de los contornos; las aniquilaré y las dejaré convertidas en objeto de horror, de escarnio y de oprobio perpetuo.


El Señor ha abierto su arsenal y ha sacado las armas de su cólera, pues el Señor Dios todopoderoso va a actuar en el país de los caldeos.


Aquí estoy contra ti, oh insolencia -dice el Señor Dios omnipotente-; ha llegado tu día, la hora de tu castigo.


Aunque Babilonia se elevara hasta el cielo e hiciera inaccesibles sus fortalezas en las altas esferas, de mi parte les alcanzarían los devastadores -dice el Señor-.


Esto dice el Señor omnipotente: La ancha muralla de Babilonia será totalmente arrasada y sus altas puertas consumidas por el fuego. Así los pueblos se fatigan por nada y las naciones se cansan para el fuego.


Una copa de oro era Babilonia en las manos del Señor; toda la tierra emborrachaba; de su vino bebieron las naciones, y por eso deliraban.


La sentencia contra Nabucodonosor se ejecutó inmediatamente: fue expulsado de la sociedad humana, comenzó a comer hierba como los bueyes y su cuerpo fue bañado por el rocío del cielo hasta que sus cabellos llegaron a crecerle como las plumas del águila y las uñas como las de las aves.


¿Quién eres tú, monte grande? Ante Zorobabel, como una llanura; él sacará la piedra clave entre gritos de júbilo: ¡Qué hermosa es! ¡Qué hermosa es!


El día del Señor vendrá como ladrón: los cielos se desintegrarán entonces con gran estrépito, los elementos del mundo quedarán hechos ceniza y la tierra con todo cuanto hay en ella desaparecerá.


El segundo ángel tocó la trompeta, y una enorme mole de brasas, como una montaña, fue lanzada al mar; la tercera parte del mar se convirtió en sangre,