Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca y les dijo: 'Pasemos a la otra orilla'. Y se adentraron en el lago.
Hechos 27:2 - Biblia Martin Nieto Subimos a un barco de Adrumeto, que tenía que dirigirse a las costas de Asia. Partimos en compañía de Aristarco, macedonio de Tesalónica. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. Biblia Nueva Traducción Viviente También nos acompañó Aristarco, un macedonio de Tesalónica. Salimos en un barco matriculado en el puerto de Adramitio, situado en la costa noroccidental de la provincia de Asia. El barco tenía previsto hacer varias paradas en distintos puertos a lo largo de la costa de la provincia. Biblia Católica (Latinoamericana) Subimos a bordo de un barco de Adrumeto que se dirigía a las costas de Asia y zarpamos; nos acompañaba Aristarco, un macedonio de la ciudad de Tesalónica. La Biblia Textual 3a Edicion Embarcándonos en una nave adramitena que iba° a zarpar hacia los puertos de Asia, nos hicimos a la vela, estando con nosotros Aristarco, un macedonio tesalonicense. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Subidos a bordo de un barco de Adramicio que se disponía a navegar hacia las costas de Asia, levamos anclas, acompañados de Aristarco, macedonio de Tesalónica. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y embarcándonos en una nave adrumentina, queriendo navegar junto a las costas de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica. |
Un día subió Jesús con sus discípulos a una barca y les dijo: 'Pasemos a la otra orilla'. Y se adentraron en el lago.
Iba detrás de Pablo y de nosotros gritando: 'Estos hombres son siervos del Dios altísimo, y os anuncian el camino de la salvación'.
Pasaron por Anfípolis y Apolonia, donde los judíos tenían una sinagoga.
Y bastantes de los que habían practicado artes mágicas llevaron sus libros y los quemaron en presencia de todos; su valor fue calculado en cincuenta mil monedas de plata.
El desorden cundió por toda la ciudad y se lanzaron a una hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo.
Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y el Asia,
Pero, al pasar la semana, partimos. Nos acompañaron todos, con sus mujeres y niños, hasta fuera de la ciudad. Nos pusimos de rodillas en la playa, oramos,
Nos tributaron muchos honores y, al marchar, nos suministraron todo lo necesario.
Cuando entramos en Roma, a Pablo le permitieron quedarse en una casa particular con un soldado que lo custodiase.
Los indígenas nos trataron con una humanidad poco común; como estaba lloviendo y hacía frío, encendieron una hoguera y nos invitaron a calentarnos.
Os saluda Aristarco, mi compañero de prisión, y Marcos, el primo de Bernabé, de quien recibisteis instrucciones (si recurre a vosotros, acogedle),