Entonces el rey de Israel exclamó: '¡Ay! Sin duda que el Señor ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab'.
2 Reyes 6:5 - Biblia Martin Nieto A uno que estaba cortando un tronco se le cayó el hacha al agua; y empezó a gritar: 'Ay, maestro, que era prestada'. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y gritó diciendo: ¡Ah, señor mío, era prestada! Biblia Nueva Traducción Viviente pero mientras uno de ellos cortaba un árbol, la cabeza de su hacha cayó al río. —¡Ay, señor! —gritó—. ¡Era un hacha prestada! Biblia Católica (Latinoamericana) Mientras uno de ellos cortaba un tronco, cayó el hacha al agua. Se puso a gritar: '¡Ay de mí, mi señor, esa era un hacha que me habían prestado!' La Biblia Textual 3a Edicion Y aconteció que mientras uno derribaba un árbol, se le cayó el hierro° al agua; y gritó diciendo: ¡Ay, señor mío! ¡Era prestado! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y sucedió que, mientras uno cortaba un tronco, se le cayó al agua el hierro del hacha y comenzó a gritar: '¡Ay, señor mío, que el hacha era prestada!'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y aconteció que derribando uno un árbol, se le cayó el hacha en el agua; y dio voces, diciendo: ¡Ah, señor mío, que era prestada! |
Entonces el rey de Israel exclamó: '¡Ay! Sin duda que el Señor ha reunido a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab'.
Entonces ella fue a contar la cosa al hombre de Dios, el cual le dijo: 'Anda, vende el aceite, paga a tu acreedor, y tú y tus hijos vivid de lo restante'.
El criado del hombre de Dios se levantó de madrugada y, al salir, vio la tropa que sitiaba la ciudad con caballos y carros. El muchacho dijo a Eliseo: '¡Ay, señor mío!, ¿qué hacemos?'.
El hombre de Dios preguntó: '¿Dónde ha caído?'. El otro le indicó el sitio; él cortó un palo, lo echó allí, y el hacha salió a flote.
El injusto pide prestado y no devuelve, mientras que el justo se compadece y da.
Si el hacha se embota y no se la afila, hay que multiplicar los esfuerzos; pero la sabiduría procura el éxito.
Se rinde al hierro la espesura del bosque, cae bajo el hacha el Líbano.
permaneciendo a distancia por miedo a sus tormentos, y dirán: ¡Ay, ay de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte; en un instante ha llegado tu sentencia!
¡Ay, ay de la gran ciudad, que estaba vestida de lino, de púrpura y escarlata, adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas,
Y echándose polvo en sus cabezas, gritaban; y llorando y lamentándose, decían: ¡Ay, ay de la gran ciudad, que con su opulencia enriqueció a cuantos tenían naves en el mar, y en un momento ha sido desolada!