2 Juan 1:5 - Biblia Martin Nieto Te ruego, oh señora -aunque no te escribo un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el principio-, que nos amemos los unos a los otros. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un nuevo mandamiento, sino el que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. Biblia Nueva Traducción Viviente Les escribo para recordarles, queridos amigos, que nos amemos unos a otros. Este mandamiento no es nuevo, sino que lo hemos tenido desde el principio. Biblia Católica (Latinoamericana) Y ahora te ruego, señora -aunque no te escribo un mandamiento nuevo, sino el que tenemos desde el comienzo-, que nos amemos unos a otros. La Biblia Textual 3a Edicion Y ahora te ruego, oh señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino el que teníamos desde un principio: que nos amemos unos a otros.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y ahora te ruego, señora, no como quien escribe un mandamiento nuevo, sino el que teníamos desde el principio: que nos amemos unos a otros. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino aquel que hemos tenido desde el principio, que nos amemos unos a otros. |
Por el contrario, los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, generosidad, benignidad, bondad, fe,
Vivid en el amor, siguiendo el ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros a Dios como ofrenda y sacrificio de olor agradable.
Acerca del amor fraterno no necesitáis que se os escriba, porque personalmente habéis aprendido de Dios cómo debéis amaros los unos a los otros.
Ante todo amaos ardientemente unos a otros, pues el amor alcanza el perdón de todos los pecados.
Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros;
Éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros, según el mandamiento que nos ha dado.
Si alguno dice que ama a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso. El que no ama a su hermano, al que ve, no puede amar a Dios, al que no ve.
Yo, el presbítero, a la señora elegida y a sus hijos, que amo de verdad -no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad-,