Deportó a todo Jerusalén, a todos los magnates y poderosos, unos diez mil, y a todos los herreros y cerrajeros. No dejó más que las gentes pobres.
1 Samuel 13:19 - Biblia Martin Nieto En todo el territorio de Israel no había ni un herrero, porque los filisteos se habían dicho: '¡Que los hebreos no puedan fabricarse espadas ni lanzas!'. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. Biblia Nueva Traducción Viviente No había herreros en la tierra de Israel en esos días. Los filisteos no los permitían, por miedo a que forjaran espadas y lanzas para los hebreos. Biblia Católica (Latinoamericana) En ese tiempo no había herreros en todo el territorio de Israel, porque los filisteos se habían dicho: 'De ningún modo los hebreos se fabricarán espadas o lanzas'. La Biblia Textual 3a Edicion Ahora bien, en toda la tierra de Israel no se encontraba ni un herrero, porque los filisteos habían dicho: Que los hebreos no se hagan espadas ni lanzas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 No había herreros en todo el país de Israel, porque los filisteos se habían dicho: 'Que los hebreos no puedan fabricarse espadas ni lanzas'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. |
Deportó a todo Jerusalén, a todos los magnates y poderosos, unos diez mil, y a todos los herreros y cerrajeros. No dejó más que las gentes pobres.
Pues yo he creado al herrero, que sopla el fuego de las brasas, y con su trabajo las armas produce; mas también al destructor para aniquilarlas.
El Señor me mostró dos cestas de higos, que estaban delante del templo del Señor. Esto sucedió después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado al destierro, de Jerusalén a Babilonia, a Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, con sus nobles, sus cerrajeros y sus herreros.
después de partir de Jerusalén el rey Jeconías y la reina madre, los eunucos, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los herreros y los cerrajeros.
Se preferían dioses extranjeros; la guerra llegaba ya a las puertas; apenas se veía un escudo o una lanza entre los cuarenta mil de Israel.
Por eso los israelitas tenían que ir a los filisteos para afilar cada uno su reja, su azadón, su sierra y su hoz.