Pero al llegar junto al profeta, en lo alto del monte, se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: Déjala, que está apenada, y el Señor me lo tenía oculto sin revelármelo.
Ester 8:3 - Nueva Biblia Española (1975) Ester volvió a hablar al rey. Cayó a sus pies llorando y suplicándole que anulara los planes perversos que Aman había tramado contra los judíos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Volvió luego Ester a hablar delante del rey, y se echó a sus pies, llorando y rogándole que hiciese nula la maldad de Amán agagueo y su designio que había tramado contra los judíos. Biblia Nueva Traducción Viviente Luego Ester volvió a presentarse ante el rey, cayó a sus pies y le suplicó con lágrimas que detuviera el plan siniestro que Amán, el agagueo, había conspirado contra los judíos. Biblia Católica (Latinoamericana) Una vez más, Ester habló con el rey, cayó de rodillas a sus pies y le suplicó que dejara sin efecto la malvada idea de Amán, descendiente de Agag, y los proyectos que había tramado contra los judíos. La Biblia Textual 3a Edicion Ester habló nuevamente ante el rey, y cayó ante sus pies, y con lágrimas en los ojos le rogó que impidiera la perversidad de Amán agagueo y el plan que había tramado contra los judíos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ester volvió para hablar en presencia del rey: cayó a sus pies, se echó a llorar y le suplicó que apartara la maldad y el proyecto que Amán, el de Agag, había concebido contra los judíos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Esther habló otra vez delante del rey, y postrándose a sus pies le rogó con lágrimas que hiciese nula la maldad de Amán agageo, y su designio que él había tramado contra los judíos. |
Pero al llegar junto al profeta, en lo alto del monte, se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: Déjala, que está apenada, y el Señor me lo tenía oculto sin revelármelo.
Pasado algún tiempo, el rey Asuero ascendió a Aman, hijo de Hamdatá, de Agag. Le asignó un trono más alto que el de los ministros colegas suyos.
Porque mi pueblo y yo hemos sido vendidos para el exterminio, la matanza y la destrucción. Si nos hubieran vendido para ser esclavos o esclavas, me habría callado, ya que esa desgracia no supondría daño para el rey.
El rey se quitó el anillo que había recuperado de Aman y se lo entregó a Mardoqueo. Ester confió a Mardoqueo la administración de la casa de Aman.
Cuando el rey extendió hacia Ester el cetro de oro, ella se levantó y quedó en pie ante el rey.
luchó con un ángel y lo venció. Lloró y alcanzó misericordia; en Betel lo encontró y allí habló con él:
El, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo escuchó, pero después de aquella angustia,
Postrada a sus pies, le dijo: La culpa es mía, señor. Pero deja que hable tu servidora, escucha las palabras de tu servidora.