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Apocalipsis 22:3 - Nueva Biblia Española (1975)

Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estará el trono de Dios y del Cordero, y sus servidores le prestarán servicio,

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Biblia Reina Valera 1960

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Ya no habrá más maldición sobre ninguna cosa, porque allí estará el trono de Dios y del Cordero, y sus siervos lo adorarán.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

No habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y sus servidores le rendirán culto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y ya no habrá más maldición,° sino que el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Ya no habrá anatema contra nadie, se asentará en ella el trono de Dios y del Cordero. Sus siervos le darán culto,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán;

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Apocalipsis 22:3
20 Tagairtí Cros  

Me enseñarás el sendero de la vida, me colmarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.


Pero yo, por mi rectitud, veré tu rostro, al despertar me saciaré de tu semblante.


grita jubilosa, Sión, la princesa, que es grande en medio de ti el Santo de Israel.


Los rescatados del Señor volverán: vendrán a Sión con cánticos, en cabeza alegría perpetua, siguiéndolos gozo y alegría, pena y aflicción se alejarán.


tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Perímetro de la ciudad: nueve kilómetros. Desde entonces la ciudad se llamará 'el Señor está allí'.


Estará habitada, no volverá a ser proscrita; habitarán en Jerusalén tranquilos.


Su señor le respondió: Muy bien, empleado fiel y cumplidor. Has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho; pasa a la fiesta de tu señor.


Después dirá a los de la izquierda: Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles,


El que quiera ayudarme, que me siga, y así, allí donde yo estoy, estará también el que me ayuda. A quien me ayude lo honrará el Padre.


Dios va a manifestar su gloria en él y va a manifestarla muy pronto.


Además, cuando vaya y se lo prepare, vendré de nuevo y los acogeré conmigo; así, donde estoy yo, también ustedes estarán.


Padre, quiero que también ellos, los que me has entregado, estén conmigo donde estoy yo, para que contemplen mi gloria, la que tú me has dado, porque me amaste antes que existiera el mundo.


¡Maldito quien no mantenga los artículos de esta ley, poniéndolos por obra!, y el pueblo a una responderá: ¡Amén!


aclamaban a gritos: ¡La victoria pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero!


Después de esto apareció en la visión una multitud innumerable de toda nación y raza, pueblo y lengua; estaban de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos de blanco y con palmas en la mano;