1 ¿Adonde fue tu amado, la más bella de todas las mujeres? ¿Adonde fue tu amado? Queremos buscarlo contigo. 2 Ha bajado mi amado a su jardín, a los macizos de las balsameras, el pastor de jardines a cortar azucenas. 3 Yo soy de mi amado y mi amado es mío, el pastor de azucenas. 4 Eres bella, amiga mía, como Tirsá, igual que Jerusalén tu hermosura; terrible como escuadrón a banderas desplegadas. 5 ¡Aparta de mí tus ojos, que me turban! Tus cabellos son un hato de cabras que se descuelgan por las cuestas de Galaad; 6 y la hilera de tus dientes como un rebaño esquilado, recién salido del baño: cada oveja con mellizos y ninguna sin corderos 7 Tus sienes, por entre el velo, dos mitades de granada. 8 Si sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, sin número las doncellas, 9 una sola es mi paloma, sin defecto; una sola, predilecta de su madre. Al verla, la felicitan las muchachas, y la alaban las reinas y concubinas. 10 ¿Quién es esa que se asoma como el alba, hermosa como la luna y límpida como el sol, terrible como escuadrón a banderas desplegadas? 11 Bajé a mi nogueral a examinar los brotes de la vega, a ver si las vides florecían, a ver si ya se abrían los botones de los granados; 12 y, sin saberlo, me encontré en la carroza con mi príncipe. 13 Vuélvete, vuélvete, Sulamita; vuélvete, vuélvete, para que te veamos. ¿Qué miran en la Sulamita cuando danza en medio de dos coros? |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.