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Proverbios 8:34 - Biblia Version Moderna (1929)

34 ¡Bienaventurado el hombre que me escucha, velando diariamente a mis umbrales, aguardando a los postes de mis puertas!

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

34 Bienaventurado el hombre que me escucha, Velando a mis puertas cada día, Aguardando a los postes de mis puertas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

34 ¡Alegres son los que me escuchan, y están atentos a mis puertas día tras día, y me esperan afuera de mi casa!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

34 Feliz el que me escucha, que aguarda cada día junto a mi puerta y permanece a la espera, en el umbral.

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La Biblia Textual 3a Edicion

34 ¡Cuán bienaventurado es el hombre que me escucha, Vigilando en mis portones cada día, Aguardando en el umbral de mis entradas!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

34 Feliz el hombre que me escucha vigilando a mis puertas cada día, guardando los dinteles de mi entrada;

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Proverbios 8:34
17 Σταυροειδείς Αναφορές  

¡Dichosos tus hombres, dichosos estos tus siervos, los cuales asisten de continuo en tu presencia, y oyen tu sabiduría!


Una sola cosa he pedido a Jehová, y ésta buscaré; que more yo en la Casa de Jehová todos los días de mi vida, para mirar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su Templo.


Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. He escogido estar a la puerta en la Casa de mi Dios, más bien que habitar en las tiendas de maldad.


Plantados los justos en la Casa de Jehová, florecerán gen los atrios de nuestro Dios.


Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes de la puerta y en el dintel de las casas en que le han de comer.


clama en las encrucijadas de las calles concurridas; a la entrada de las puertas, y por toda la ciudad profiere sus palabras:


Dichoso el hombre que halla la sabiduría, y el hombre que adquiere la inteligencia;


es árbol de vida para los que echan mano de ella, y dichoso es todo aquel que la tiene asida.


¶Por tanto todo aquel que oye estas palabras mías, y las hace, será semejante a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca.


Y ambos eran justos delante de Dios, andando irreprensiblemente en todos los mandamientos y estatutos del Señor.


Y ésta tenía una hermana llamada María, la cual, habiéndose sentado a los pies de Jesús, escuchaba su palabra.


Mas él dijo: Antes, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.


Y continuaban perseverando todos en la enseñanza de los apóstoles, y en la comunión unos con otros, en el partir el pan, y en las oraciones.


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