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Oseas 7:1 - Biblia Version Moderna (1929)

1 CUANDO yo quería sanar a Israel, entonces se puso en descubierto la iniquidad de Efraim y las maldades de Samaria: porque practican el fraude, y el ladrón pasa hacia adentro, mientras que una tropa de bandidos despoja por fuera.

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

1 Mientras curaba yo a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín, y las maldades de Samaria; porque hicieron engaño; y entra el ladrón, y el salteador despoja por fuera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 »Yo quiero sanar a Israel, pero sus pecados son demasiado grandes. Samaria está llena de mentirosos. ¡Hay ladrones adentro y bandidos afuera!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 El pecado de Efraím y la malicia de Samaria han quedado de manifiesto, pues no actuaron con sinceridad. En la casa entra el ladrón, en los caminos asalta la pandilla.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Cuando Yo quería sanar a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín Y las maldades° de Samaria. Porque obran con engaño: El ladrón se mete por dentro, y la pandilla despoja por afuera.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 cuando yo quería curar a Israel, se reveló la iniquidad de Efraín y la maldad de Samaría: pues cometen fraudes, el ladrón entra en la casa y en la calle saquean los bandidos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Mientras curaba yo a Israel, se descubrió la iniquidad de Efraín y las maldades de Samaria; porque obran con engaño; y el ladrón entra, y los salteadores despojan por fuera.

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Oseas 7:1
30 Σταυροειδείς Αναφορές  

¡AY de la orgullosa corona de los borrachos de Efraim, y de la caduca flor de su hermosura gloriosa, la cual está sobre la cabeza del valle feracísimo, de aquellos pecadores vencidos del vino!


Porque se han multiplicado nuestras transgresiones delante de ti, y nuestros pecados testifican contra nosotros; porque nuestras transgresiones están con nosotros, y en cuanto á nuestras iniquidades, las conocemos;


traspasando la ley, y mintiendo contra Jehová, y volviendo atrás de en pos de nuestro Dios; hablando opresión y rebelión; concibiendo y profiriendo del corazón palabras de mentira.


Por tanto la rectitud se ha vuelto hacia atrás, y la justicia se mantiene a lo lejos; por cuanto la verdad está caída en la calle, y la rectitud no puede entrar.


A lo que responden: ¡Hemos curado a Babilonia, mas ella no pudo sanar! ¡abandonadla, y vámonos cada cual a su tierra, porque su castigo alcanza hasta el cielo, y se eleva hasta las nubes!


Y tu hermana mayor era Samaria, ella y sus hijas, que habitaban a tu izquierda; y tu hermana menor, la cual habitaba a tu derecha, era Sodoma y sus hijas.


Y sus nombres fueron Ahola, la mayor, y Aholiba su hermana: y vinieron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Por lo que hace a sus nombres, Samaria es Ahola, y Jerusalem Aholiba.


En tu suciedad hay execrable lascivia: por cuanto yo te limpiaba, mas tú no fuiste limpiada, por tanto tu inmundicia no se limpiará más, hasta que yo haya desahogado mi indignación en ti.


Los habitantes de Samaria estarán con temor, a causa de la excelsa becerra de Bet-aven; porque su pueblo se lamenta por el ídolo, (también sus kemarim, que sobre él solían regocijarse,) a causa de su gloria; porque arrebatada de él, ha sido llevada en cautiverio.


Efraim me tiene rodeado de mentiras, y la casa de Israel de falsedades; Judá también es aún inconstante con su Dios, y con el Santísimo, el cual es fiel.


¿Cómo te he de abandonar, oh Efraim? ¿podré yo entregarte, oh Israel? ¿cómo te he de hacer como Adma? ¿cómo te pondré como Zeboim? ¡se ha revuelto mi corazón dentro de mí, mis compasiones todas juntas están encendidas!


EFRAIM se alimenta de viento, y persigue al solano; de continuo multiplica las mentiras y las causas de destrucción: hacen pacto con Asiria, y aceite es llevado a Egipto.


También Jehová tiene contienda con Judá, y castigará a Jacob conforme a sus caminos, según sus malas obras les recompensará.


¡Efraim está apegado a los ídolos; déjale!


¡No hay más que perjurio, y mala fe, y homicidio, y hurto y adulterio! ¡rompen por todo; y un charco de sangre toca a otro!


¡OÍD esto, oh sacerdotes! ¡escuchad también, los de la casa de Israel; y los de la casa del rey, prestad oído; porque este juicio es para vosotros! puesto que vosotros habéis sido un lazo en Mizpa, y una red tendida sobre el Tabor.


¿Qué te haré, oh Efraim? ¿qué te haré a ti, oh Judá? ¡porque tu bondad es como la nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que luego desaparece!


¡Ay de ellos porque andan errantes, alejándose de mí! ¡venga destrucción sobre ellos, porque se han rebelado contra mí! y cuando yo los iba a redimir del mal, entonces mismo decían mentiras respecto de mí.


Tu becerro, oh Samaria, me es una abominación. Se ha encendido mi ira contra ellos: ¿hasta cuándo no podrán alcanzar a la inocencia?


Porque han subido a Asiria, cual asno montés que anda solitario a su antojo: Efraim hace regalos para conseguir amores.


Porque no saben hacer justicia, dice Jehová; atesoran la rapiña y el robo en sus palacios.


Pregonad desde encima de los palacios en Asdod, y desde encima de los palacios en la tierra de Egipto, y decid: Reuníos sobre los montes de Samaria, y observad cuán grandes tumultos hay en medio de ella, y qué opresiones se practican en su interior.


Los que juran por el pecado de Samaria, y dicen: ¡Por vida de tu dios, oh Dan! y ¡por vida de tu camino, oh Beer-seba! ellos caerán, y nunca más se volverán a levantar.


Porque son guardados los estatutos de Omri, y todas las obras de la casa de Acab; y andáis en los consejos de ellos, a fin de que yo te haga una desolación, y a los habitantes de ella un silbido; y llevaréis vosotros el oprobio de mi pueblo.


¡Jerusalem! ¡Jerusalem! que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti, ¡cuántas veces quise recoger a tus hijos, como la gallina recoge sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!


¡Oh Jerusalem, Jerusalem! tú que matas a los profetas, y apedreas a los que a ti son enviados, ¡cuántas veces quise recoger tus hijos, como la gallina recoge sus polluelos debajo de sus alas; y no quisiste!


diciendo: ¡Oh si hubieras conocido, tú, siquiera en este tu día, las cosas que hacen a tu paz! ¡mas ahora están encubiertas de tus ojos!


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