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Nehemías 1:3 - Biblia Version Moderna (1929)

3 Y ellos me contestaron: El resto que ha quedado de los del cautiverio, allá en la provincia de Judá, están en grande miseria y oprobio; también el muro de Jerusalem derribado está, y sus puertas quemadas a fuego.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Me dijeron: «Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Me respondieron: 'Allá abajo, en la provincia, los que volvieron del cautiverio, los sobrevivientes, viven en la miseria y en medio de humillaciones; la muralla de Jerusalén está llena de hoyos y sus puertas, quemadas'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y me dijeron: Los del remanente que quedan de la cautividad allí en la provincia están en gran desventura y humillación, y el muro de Jerusalem está lleno de brechas, y sus puertas han sido devastadas por el fuego.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Y me respondieron: 'El resto salvado, los que se han librado de la cautividad, están ahora allí en la provincia llenos de aflicción y de afrenta. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas están destruidas por el fuego'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

3 Y me dijeron: El remanente, los que quedaron de la cautividad allí en la provincia, están en gran aflicción y oprobio, y el muro de Jerusalén está derribado, y sus puertas están quemadas a fuego.

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Nehemías 1:3
33 Σταυροειδείς Αναφορές  

entonces yo cortaré a Israel de sobre la faz del suelo que les he dado: y esta Casa que he santificado para mi Nombre, la echaré fuera de mi vista; e Israel vendrá a ser un proverbio y un refrán entre todos los pueblos:


Y todo el ejército de los Caldeos que acompañaba al capitán de la guardia, derribó los muros de Jerusalem al rededor.


Incendiaron también la Casa de Dios, y derribaron el muro de Jerusalem; y quemaron a fuego todos sus palacios, y destruyeron todos sus muebles más preciosos.


ESTOS pues son los hijos de la provincia que subieron, de los cautivos de la deportación, a quienes Nabucodonosor rey de Babilonia había deportado a Babilonia, y que se volvieron a Jerusalem y a Judá, cada uno a su ciudad;


Sea notorio al rey que fuimos a la provincia de Judá, a la Casa del gran Dios; la cual se está edificando con piedras pesadas, y se van poniendo las vigas en las paredes; y esta obra se hace con diligencia, y va prosperando en las manos de ellos.


¶Estos pues son los hombres principales de la provincia que se avecindaron en Jerusalem; mas en las ciudades de Judá los del cautiverio se habían avecindado cada uno en su propia posesión, en sus ciudades respectivas, a saber, Israel, los sacerdotes y los levitas, y los netineos, y los hijos de los siervos de Salomón.


Salí pues por la puerta del Valle, de noche, y fuí a la fuente del Dragón, y a la puerta del Muladar; y estuve un rato contemplando los muros de Jerusalem, cómo estaban derribados, y sus puertas quemadas a fuego.


Les dije pues: Vosotros mismos estáis viendo el mal paso en que estamos, que Jerusalem está completamente destruída, y sus puertas quemadas a fuego. ¡Venid y edifiquemos el muro de Jerusalem, y no seamos más un oprobio!


Y dije al rey: ¡Viva el rey para siempre! ¿Por qué no ha de estar triste mi rostro, cuando la ciudad de los sepulcros de mis padres está desierta, y sus puertas quemadas a fuego?


Estos son los hijos de la provincia que subieron, de los cautivos de la deportación, a quienes había deportado Nabucodonosor rey de Babilonia, y que se volvieron a Jerusalem y a Judá, cada uno a su ciudad;


Y ACONTECIÓ en los días del rey Asuero (el mismo Asuero que reinó desde la India hasta la Etiopía, sobre ciento veinte y siete provincias),


Hemos venido a ser objeto de oprobio a nuestros vecinos, el escarnio y la irrisión de los que nos rodean.


Como ciudad derribada y sin muro, es aquel que no sabe refrenar su propio espíritu.


por tanto yo he profanado a los príncipes del Santuario, y he entregado a Jacob a la maldición, y a Israel al vituperio.


Ahora pues dejad que os haga saber lo que voy a hacer a mi viña: Quitaré su seto vivo, y será pastada; derribaré su tapia, y será hollada;


y los entregaré al maltratamiento y a la desventura entre todos los reinos de la tierra; para ser un vituperio y un proverbio, un ludibrio y una execración en todos los lugares adonde los voy a arrojar.


Y los perseguiré con la espada y con el hambre y con la peste, y los entregaré al maltratamiento entre todos los reinos de la tierra; para que sean una execración, y un asombro, y un silbido y un vituperio entre todas las naciones adonde los habré echado;


Y los Caldeos quemaron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo; y derribaron los muros de Jerusalem.


Porque así dice Jehová de los Ejércitos, el Dios de Israel: A la manera que fué derramada mi ira y mi indignación sobre los habitantes de Jerusalem, así será derramada mi indignación sobre vosotros, cuando entréis en Egipto; y vendréis a ser una execración, y un asombro, y una maldición, y un oprobio; y no veréis más este lugar.


¡Escalad sus muros, oh babilonios, y destruíd! mas no hagáis un exterminio completo; quitad sus sarmientos a esta vid, porque no son de Jehová.


Asimismo todos los muros de Jerusalem en derredor de ella, los derribó todo el ejército que había con el capitán de la guardia.


ZAYIN.- En los días de su aflicción y de su vida errante, Jerusalem se acuerda de todas las delicias que tenía en los tiempos pasados cuando cayó su pueblo en mano del adversario, sin haber quien la ayudase, la vieron los adversarios, y riéronse de sus calamidades.


TAV.- Sus puertas están hundidas en tierra; él mismo destruyó e hizo pedazos sus barras; su rey y sus príncipes están entre las naciones ¡ya no hay ley; y sus profetas no hallan más visión de Jehová!


SHIN.- Has oído todos sus vituperios, oh Jehová, todas sus maquinaciones contra mí,


ACUÉRDATE, oh Jehová, de  lo que nos ha sucedido; mira, y ve nuestro oprobio!


Y reduciré vuestras ciudades a soledad, y haré solitarios vuestros santuarios, y no me será grato el olor de vuestros sacrificios.


y a vosotros os esparciré entre las naciones,  y sacaré espada en pos de vosotros; y vuestra tierra será una desolación, y vuestras ciudades serán una soledad.


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