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Jueces 17:2 - Biblia Version Moderna (1929)

2 el cual dijo a su madre: Los mil y cien siclos de plata que te fueron quitados, y por los que tú pronunciaste imprecación, y de que hablaste también en mis oídos, he aquí que aquel dinero está en mi poder; yo lo tomé. Y le dijo su madre: ¡Bendito de Jehová sea mi hijo!

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Biblia Reina Valera 1960

2 el cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Un día le dijo a su madre: —Te oí maldecir a la persona que te robó mil cien piezas de plata. Bueno, yo tengo el dinero; fui yo quien lo tomó. —El Señor te bendiga por haberlo admitido —respondió la madre.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Dijo a su madre: 'Las mil cien monedas de plata que te habían robado y a propósito de las cuales habías pronunciado una maldición, maldición que oí con mis propios oídos, pues bien, esa plata la tengo yo: yo la había tomado'. Su madre dijo inmediatamente: '¡Yavé bendiga a mi hijo!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 quien le dijo a su madre: Los mil cien ciclos de plata que te fueron sustraídos, acerca de los cuales proferiste maldición a mis oídos, he aquí, aquella plata está en mi poder. Yo la tomé. Y su madre le dijo: ¡Bendito seas de YHVH, hijo mío!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Éste dijo a su madre: 'Los mil cien siclos de plata que te han sido hurtados y por los que lanzabas maldiciones que has hecho llegar a mis oídos, los tengo yo; yo los había tomado'. Dijo entonces su madre: '¡Bendito, tú, hijo mío, ante Yahveh!'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 El cual dijo a su madre: Los mil cien siclos de plata que te fueron hurtados, por lo que tú maldecías, y de los cuales me hablaste, he aquí que yo tengo este dinero; yo lo había tomado. Entonces su madre dijo: Bendito seas de Jehová, hijo mío.

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Jueces 17:2
21 Σταυροειδείς Αναφορές  

y le bendijo, diciendo: ¡Bendita sea Abram del Dios altísimo, poseedor de los cielos y de la tierra!


Y contendí con ellos, y los injurié, y herí a algunos de ellos y arranquéles el cabello, y los juramenté por Dios, diciendo: No daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros.


Porque el inicuo se jacta del deseo de su alma, y despojando al pobre, renuncia y desprecia a Jehová.


¶No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque Jehová no tendrá por inocente al que tomare su nombre en vano.


El que roba a su padre, o a su madre, y dice: ¡No es transgresión! compañero es del bandolero.


¡Maldito aquel que hace la obra de Jehová negligentemente, y maldito aquel que retrae su espada de derramar sangre!


Entonces comenzó a echarse maldiciones, y a jurar, diciendo:  ¡No conozco a ese hombre! Y al instante cantó un gallo.


Porque soy capaz de desear el ser yo mismo anatema de Cristo, a causa de mis hermanos, mis parientes según la carne:


Si alguno no ama al Señor Jesucristo, ¡sea anatema! ¡Maran-atha!


¡Maldito aquel que tratare con desprecio a su padre, o a su madre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!


porque quien le saluda amistosamente, participa en sus malas obras.


HUBO también por aquellos tiempos un hombre de la serranía de Efraim que se llamaba Micaya;


Él pues devolvió los mil y cien siclos de plata a su madre. Y dijo su madre: Yo de mi parte he solemnemente consagrado este dinero a Jehová, por mi hijo, para hacer una imagen de escultura y otra de fundición: ahora pues te lo devuelvo a ti.


¡Maldecid a Meroz, dice el Ángel de Jehová, maldecid amargamente a los habitantes de ella; porque no acudieron en ayuda de Jehová, en ayuda de Jehová contra los poderosos!


A lo que dijo él: ¡Bendita seas de Jehová, hija mía! has hecho que tu postrera bondad sea mayor que la primera, en no andar tras los jóvenes, sean pobres o ricos.


¶Empero los hombres de Israel estaban acongojados aquel día; porque Saúl había obligado al pueblo con juramento, diciendo: ¡Maldito aquel que gustare alimento hasta la tarde; para que yo tome venganza de mis enemigos! por lo cual no probó bocado ni uno del pueblo.


Entonces respondió uno del pueblo, y dijo: Tu padre juramentó estrechamente al pueblo, diciendo: ¡Maldito aquel que comiere pan hoy! Y ya estaba exhausto el pueblo.


Por fin llegó Samuel a donde estaba Saúl; y le dijo Saúl: ¡Bendito eres de Jehová; he cumplido lo mandado por Jehová!


A lo que respondió Saúl: ¡Benditos seais de Jehová! porque os habéis compadecido de mí.


Ahora pues, oiga mi señor el rey las razones de su siervo. Si Jehová te ha incitado contra mí, acepte él una ofrenda; mas si son hijos de hombres, ¡malditos sean delante de Jehová! porque ellos me han expatriado el día de hoy, para que no tenga parte en la herencia de Jehová, diciendo: ¡Véte, sirve a otros dioses!


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