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Jeremías 32:9 - Biblia Version Moderna (1929)

9 Y compré de Hanamel, hijo de mi tío, el campo suyo que estaba en Anatot; y le pesé el dinero, a saber, diez y siete siclos de plata.

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

9 Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Así que compré el terreno en Anatot pagándole a Hanameel diecisiete piezas de plata.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 compré ese campo a mi primo Hanamel de Anatot y le pagué como precio diecisiete siclos de plata.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Compré pues de Hanameel, hijo de mi tío, la heredad que estaba en Anatot, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 así que compré el campo de Anatot a Janamel, hijo de mi tío, y le pesé el dinero: diecisiete siclos de plata.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y compré la heredad de Hanameel, hijo de mi tío, la cual estaba en Anatot, y le pesé el dinero; diecisiete siclos de plata.

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Jeremías 32:9
11 Σταυροειδείς Αναφορές  

Y sucedió que como acabasen los camellos de beber, tomó el hombre un pendiente de oro, de medio siclo de peso, y dos brazaletes para poner sobre sus manos, del peso de diez siclos de oro.


de manera que mientras pasaban los mercaderes Mádianitas, ellos sacaron a José alzándole de la cisterna; y vendieron a José a los Ismaelitas, por veinte piezas de plata: y llevaron a José a Egipto.


Y cuando el rey iba pasando, él dió voces al rey, y le dijo: Tu siervo salió a pelear en medio de la batalla: y he aquí que desviándose un hombre hacia mí, me trajo un prisionero, diciendo: Guarda a este hombre: si de cualquiera manera llegare a escaparse, tu vida responderá por su vida, o pagarás un talento de plata.


Pero los gobernadores anteriores, que habían sido antes que yo, hicieron gravar al pueblo, cobrándolo del pueblo en pan y vino, además de cuarenta siclos de plata diarios: y aun sus mozos imperaban con autoridad sobre el pueblo: mas yo no me porté así, por el temor de Dios.


Si pues al rey le place, escríbase que sean destruídos; y yo pagaré diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la hacienda pública, para que la hagan entrar en el erario del rey.


Si el buey acorneare a un siervo o a una sierva, el dueño pagará treinta siclos de plata al amo de ellos, y el buey será apedreado.


¿Por qué gastáis dinero por lo que no es pan, y os afanáis por lo que no os puede satisfacer? ¡Escuchadme con atención y comed lo que es bueno, y deléitense vuestras almas en grosura!


Y la comida que tú comerás será del peso de veinte siclos al día; de tiempo en tiempo la comerás.


En efecto, me la adquirí por quince siclos de plata, y un homer de cebada, y un letek de cebada.


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