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Génesis 50:17 - Biblia Version Moderna (1929)

17 Así diréis a José: Perdona, a mi ruego, el delito de tus hermanos y su pecado; porque se portaron mal contigo. Ahora pues perdona, te rogamos, el delito de los siervos del Dios de tu padre. Y lloraba José mientras hablaban con él.

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y el pecado que cometieron cuando te trataron mal. Ahora debes perdonar su crimen a los servidores del Dios de tu padre. José, al oír este mensaje, se puso a llorar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Así diréis a José: Te ruego que perdones la transgresión de tus hermanos y su pecado, pues te pagaron con mal. Y ahora, te rogamos que perdones la transgresión de los siervos del Dios de tu padre. Y mientras hablaban con él, José lloraba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 'Hablad a José de esta manera: perdona, por favor, la iniquidad de tus hermanos y el pecado que cometieron cuando te trataron mal. Perdona, pues, ahora, el pecado de los servidores del Dios de tu padre''. Lloró José al oír estas palabras.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

17 Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron. Y ahora, te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras le hablaban.

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Génesis 50:17
24 Σταυροειδείς Αναφορές  

Si no hubiese sido conmigo el Dios de mi padre, el Dios de Abraham y el Temor de Isaac, seguramente me enviarías ahora con las manos vacías. Dios ha visto mi aflicción, y la fatiga de mis manos; y él te reprendió anoche.


Así que ya no fuisteis vosotros quienes me enviasteis acá, sino Dios; y él me ha puesto por padre a Faraón, y por señor de toda su casa, y por gobernador de toda la tierra de Egipto.


por el Dios de tu padre, que te ayudará, y por el Omnipotente, que te bendecirá con las bendiciones de los cielos arriba, con las bendiciones de los hondos manantiales que abajo yacen, con las bendiciones de los pechos y del seno;


De suerte que enviaron mensajeros a José, que dijesen: Tu padre mandó, antes de su muerte, diciendo:


Vinieron también sus hermanos, y cayeron delante de su rostro, y decían: ¡Henos aquí, siervos tuyos!


Vosotros es cierto os propusisteis contra mí el mal; pero Dios lo propuso para bien, a fin de hacer lo que hoy se ve, a saber, conservar la vida de mucha gente.


Porque han intentado mal contra ti: maquinaron un complot; mas nada podrán hacer.


El que encubre sus transgresiones, no prosperará; mas quien las confiese y las abandone, alcanzará misericordia.


Y cualquiera que diere auno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, en nombre de discípulo, en verdad os digo que no perderá su galardón.


Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si de vuestro corazone no perdonáis cada uno a su hermano sus ofensas.


Y respondiendo el Rey, les dirá:  En verdad os digo, que en cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí lo hicisteis.


Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.


Y oyéndolo los diez, comenzaron a indignarse a causa de Santiago y de Juan.


Así pues, según tengamos oportunidad, obremos lo que es bueno para con todos, y mayormente para con los que son de la familia de la fe.


Y en cuanto a todos los que vivieren según esta regla, paz sea sobre ellos y misericordia, y sobre el Israel de Dios.


y sed benignos los unos para con los otros,  compasivos, perdonándoos los unos a los otros, así como Dios también en Cristo os ha perdonado a vosotros.


Confesad pues vuestros pecados los unos a los otros, y orad los unos por los otros, para que seáis sanados. Mucho puede la suplica ferviente del hombre justo.


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