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Génesis 32:24 - Biblia Version Moderna (1929)

24 Y quedóse Jacob solo, y luchó un hombre con él hasta el romper del alba.

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 A todos los hizo pasar al otro lado del torrente, y también hizo pasar todo lo que traía con él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y Jacob° se quedó solo, y un varón estuvo luchando con él hasta rayar el alba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Los tomó, pues, y les hizo pasar el torrente. Luego hizo pasar todo cuanto poseía.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 Y Jacob se quedó solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

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Génesis 32:24
23 Σταυροειδείς Αναφορές  

Porque alzando los ojos miró, y he aquí que tres varones estaban en pie cerca de él; y cuando los vió, corrió a recibirlos, desde la puerta de su tienda, e inclinóse a tierra,


Y dijo Raquel: ¡Con grandes luchas he luchado con mi hermana y he prevalecido! y le nombró Neftalí.


Tomólos pues, y los hizo pasar el torrente, e hizo pasar también todo lo que tenía.


Y cuando éste vió que no podía con él, tocó la coyuntura del muslo de Jacob; y descoyuntóse la coyuntura de Jacob entretanto que luchaba con él.


Le dijo pues: No serás llamado más Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios, y con los hombres, y has prevalecido.


Y Jacob nombró aquel lugar Peni-El; porque he visto a Dios, (así decía), cara a cara, y fué librada mi vida.


el Ángel que me rescató de todo mal, bendiga a estos muchachos; y sean llamados de mi nombre, y del nombre de mis padres, Abraham e Isaac; y multiplíquense abundantemente en la tierra.


Extendió pues Moisés la mano sobre el mar, y al despuntar la mañana volvióse el mar a su dominio perpetuo; y los Egipcios huyeron, pero por doquiera daban con él: así arrolló Jehová a los Egipcios en medio del mar.


¡Hasta que refresque el día y declinen las sombras de la tarde, vuelve, oh amado mío, sé como el corzo, o como el cervatillo, sobre las montañas escarpadas!


Y será un Varón como escondedero contra el viento, y como abrigo contra la tempestad; como corrientes de aguas en un lugar de sequía, y como le sombra de una peña grande en tierra de cansancio.


Por manera que yo fuí dejado solo; y cuando ví esta gran visión, no quedó en mí esfuerzo, y mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna.


Esforzaos para entrar por la puerta estrecha; porque yo os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.


Y estando en agonía, oraba con mayor fervor: y su sudor vino a ser como grandes gotas de sangre engrumecida, que caían sobre la tierra.


¶Mas os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo, y por el amor del Espíritu, que os esforcéis conmigo, en vuestras oraciones a Dios, en mi favor;


El primer hombre fué de la tierra, del polvo; el segundo hombre es del cielo.


Porque no tenemos nuestra lucha contra carne y sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales.


orando en Espíritu con toda forma de oración y plegaria, en todo tiempo; y velando para ello con toda perseverancia y plegaria por todos los santos,


PORQUE quiero que sepáis cuan grande conflicto tengo a causa de vosotros y de los de Laodicea, y para cuantos no han visto mi rostro en la carne;


Os saluda Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Cristo, el cual se esfuerza siempre a favor vuestro, en sus oraciones, para que estéis firmes, siendo perfectos, y plenamente asegurados en toda la voluntad de Dios.


El cual Jesús, en los días de su carne, ofreció oraciones y también súplicas, con vehemente clamor y lágrimas, a aquel que era poderoso para librarle de la muerte; y fué oído y librado de su temor.


¶Y aconteció que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos, y miró; y he aquí un hombre que estaba en pie frente a él, con su espada desenvainada en la mano. Josué entonces fué a él y le dijo: ¿Eres tú de los nuestros, o de nuestros enemigos?


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