Biblia Todo Logo
Διαδικτυακή Βίβλος
- Διαφημίσεις -





Oseas 5:4 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

4 porque adoran a otros dioses! No me reconocen como su Dios, ni se arrepienten de su maldad.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο


Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

4 No piensan en convertirse a su Dios, porque espíritu de fornicación está en medio de ellos, y no conocen a Jehová.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο

Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Tus acciones no te permiten volver a tu Dios. Eres prostituta hasta la médula y no conoces al Señor.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο

Biblia Católica (Latinoamericana)

4 Sus faltas les impiden volver a su Dios, un espíritu de prostitución se ha hecho dueño de ellos y ya no conocen a Yavé.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο

La Biblia Textual 3a Edicion

4 Sus obras no los dejan volver a su Dios, Porque un espíritu de fornicación está en medio de ellos, Y desconocen° a YHVH.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο

Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 No les permiten sus obras convertirse a su Dios, pues hay dentro de ellos espíritu de prostitución y no conocen a Yahveh.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

4 No pondrán sus pensamientos en volverse a su Dios, porque espíritu de prostitución hay en medio de ellos, y no conocen a Jehová.

Δείτε το κεφάλαιο αντίγραφο




Oseas 5:4
22 Σταυροειδείς Αναφορές  

Así no seremos rebeldes, como lo fueron nuestros abuelos: tan malvados eran sus pensamientos que Dios no podía confiar en ellos.


Cambiaré su manera de ser y de pensar, para que me reconozca como su Dios y me obedezca en todo. Judá será mi pueblo, y yo seré su Dios.


»Tantos ídolos hay en Babilonia que la gente ha perdido la razón.


24 (23) Si alguien quiere sentirse orgulloso, que se sienta orgulloso de mí y de que me obedece. ¡Eso es conocerme! Pues yo actúo en la tierra con amor, y amo la justicia y la rectitud.


»¡Qué tonto eres, Israel! ¡Te pareces a esos niños que están a punto de nacer, pero que no se acomodan!


¡Escuchen, israelitas, el mensaje de su Dios! Él les dice: «Yo tengo un pleito contra ustedes, los israelitas. Ustedes no son sinceros, ni aman a su prójimo. Todo el mundo mata y roba, miente y jura en falso, y no es fiel en su matrimonio. Por todos lados hay violencia. ¡Nadie me reconoce como su Dios!


»¡Por andar con prostitutas y emborracharse con vino, han perdido la cabeza!


Es tan fuerte su deseo sexual que prefieren andar con mujerzuelas; por eso se han apartado de mí. »¡Es increíble! Mi pueblo le pide consejos a un pedazo de madera; ¡quiere que un simple palo le ayude a adivinar el futuro!


Pero yo no voy a castigarlas por tener sexo con tantos hombres, pues ustedes mismos tienen sexo con mujeres que adoran a otros dioses. »¡Un pueblo que pierde la cabeza, acaba por destruirse!


»Mi pueblo no ha querido reconocerme como su Dios, y por eso se está muriendo. ¡Ni los sacerdotes me reconocen! Por eso no quiero que sigan sirviendo en mi templo. Ya que olvidaron mis mandamientos, yo también me olvidaré de sus hijos.


»Israel les pide ayuda y apoyo a las naciones de Egipto y Asiria. Actúa como una paloma confundida y sin inteligencia;


»Israelitas, ustedes han construido muchos altares, que solo les sirven para pecar.


Esa gente hará esto porque no me han conocido a mí, ni han conocido a Dios mi Padre.


En realidad, ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco. Lo conozco, y lo obedezco. Si dijera lo contrario, sería un mentiroso como ustedes.


Los hijos de Elí eran muy malos y no respetaban ni obedecían a Dios. Hacían cosas terribles con las ofrendas que la gente llevaba al santuario. Por ejemplo, la Ley de Dios decía que, al presentar las ofrendas, primero se debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne. Sin embargo, cuando la gente apenas iba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba la ofrenda: «Dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare. Debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida». A veces alguien contestaba: «Déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes». Pero el sirviente le respondía: «Si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza». Muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde se estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.


Ακολουθησε μας:

Διαφημίσεις


Διαφημίσεις