Nehemías 7:2 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual
2 A mi hermano Hananí lo nombré gobernador de Jerusalén; a Hananías lo nombré jefe del palacio del rey, porque podía confiar en él, y además respetaba a Dios más que otras personas.
2 A mi hermano Hananí le entregué la responsabilidad de gobernar Jerusalén junto con Hananías, el comandante de la fortaleza, porque era un hombre fiel que temía a Dios más que la mayoría.
2 Le encargué entonces a mi hermano Janani la administración de Jerusalén y entregué el mando de la fortaleza a Jananías, porque era un hombre de confianza que temía a Dios mucho más que los demás.
2 Entonces puse al frente de Jerusalem a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe de la ciudadela, pues era un hombre leal y temía a Ha-’Elohim más que muchos.
2 Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Jananí; y como jefe de la ciudadela, a Jananías, porque era un hombre más fiel y más temeroso de Dios que muchos.
Pasado ese tiempo, les dijo: «Yo creo en Dios. Si ustedes realmente son gente honrada y quieren seguir con vida, hagan lo siguiente: dejen aquí a uno de ustedes, y vayan los demás a llevarles trigo a sus familiares, pues deben estar muriéndose de hambre. Pero tienen que traerme a su hermano menor. Así veré si es cierto lo que dicen». Ellos aceptaron lo que José les propuso,
En ese momento llegó allí mi hermano Hananí con unos hombres que venían de Judá. Cuando les pregunté cómo estaba la ciudad de Jerusalén, y cómo estaban los judíos que no fueron llevados prisioneros a Babilonia,
Después puse al sacerdote Selemías, al secretario Sadoc y al ayudante Pedaías como jefes de las bodegas, y nombré como ayudante de ellos a Hanán hijo de Zacur, nieto de Matanías. Eran hombres de confianza, y se encargarían de hacer una buena distribución de las provisiones a sus compañeros.
También le pedí una carta para Asaf, que era el guardabosque del rey. Asaf debía entregarme madera para las puertas de la torre, la cual estaba cerca del templo de Dios, y también para los muros de protección de la ciudad y para mi casa. El rey me dio todo lo que le pedí, porque mi buen Dios me estaba ayudando.
Los que habían gobernado antes que yo fueron malos con el pueblo, porque cobraban cuarenta monedas de plata al día por comida y vino. También sus ayudantes habían sido malos, pero yo no hice eso porque amo y respeto a Dios.
Les dije que no debían abrirse los portones de la ciudad antes de la salida del sol, y que debían cerrarse al atardecer, antes de que los guardias se retiraran. Además, les ordené que nombraran guardias de entre los que vivían en Jerusalén, algunos para los puestos de vigilancia y otros para vigilar sus casas.
»Para que puedas hacerlo, debes elegir entre los israelitas a gente que pueda ayudarte. Busca gente que sea capaz y obediente a Dios, que no sean mentirosos ni favorezcan a nadie a cambio de dinero. A unos dales autoridad sobre grupos de mil personas, a otros sobre grupos de cien, a otros sobre cincuenta, y a otros sobre diez.
4 (5) Los otros solo esperaban que Daniel hiciera algo malo, o que cometiera algún error, para acusarlo con el rey. Pero no pudieron acusarlo de nada, pues Daniel siempre hacía bien su trabajo.
»El hombre le dijo: “¡Excelente! Eres un empleado bueno, y se puede confiar en ti. Ya que cuidaste bien lo poco que te di, ahora voy a encargarte cosas más importantes. Vamos a celebrarlo.”
Tú has oído lo que les he enseñado a muchas personas. Ahora quiero que enseñes eso mismo a cristianos en los que puedas confiar, y que sean capaces de enseñar a otros.