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Apocalipsis 7:15 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

15 »Por eso están ahora delante del trono de Dios, y día y noche le sirven en su templo. »Dios estará con ellos, y los protegerá.

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 »Por eso están delante del trono de Dios y le sirven día y noche en su templo. Y aquel que está sentado en el trono les dará refugio.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo; el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su santuario; y el que está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos;°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Por eso están ante el trono de Dios y le dan culto día y noche en su santuario, y el que está sentado en el trono extenderá su tienda sobre ellos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

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Apocalipsis 7:15
25 Σταυροειδείς Αναφορές  

Viviré entre mi pueblo Israel, y nunca los abandonaré».


Yo viviré entre los israelitas, y seré su Dios.


»Yo los acompañaré a dondequiera que vayan, y habitaré en el santuario que me han construido; nunca más los miraré con desagrado. Ustedes serán mi pueblo, y yo seré su Dios.


Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios, pues nos ha mostrado todo el amor y toda la verdad.


¿Acaso no saben que ustedes son un templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?


Nosotros somos el templo del Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos. Dios mismo dijo: «Viviré con este pueblo, y caminaré con ellos. »Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.»


Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios.


Lo más importante de todo esto es que tenemos un Jefe de sacerdotes que está en el cielo, sentado a la derecha del trono de Dios.


Entonces se abrieron las puertas del templo de Dios, que está en el cielo, y dentro del templo podía verse el cofre de su pacto. Y hubo relámpagos, un resonar de truenos, un fuerte temblor de tierra y una gran lluvia de granizo.


Pasado ese tiempo, empezó a insultar a Dios, a su templo y a todos los que están en el cielo.


Y el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago donde el azufre arde en llamas, donde también fueron arrojados el monstruo y el falso profeta. Allí serán atormentados todos ellos para siempre, de día y de noche.


En la ciudad no vi ningún templo, porque su templo es el Señor, el Dios todopoderoso, y también el Cordero.


En la ciudad no habrá nada ni nadie que desagrade a Dios. Allí estará el trono de Dios y del Cordero, y los servidores de Dios lo adorarán.


Allí nunca será de noche, y nunca nadie necesitará la luz de una lámpara ni la luz del sol, porque Dios el Señor será su luz, y ellos reinarán para siempre.


Había también otros veinticuatro tronos, los cuales formaban un círculo, y en ellos estaban sentados veinticuatro ancianos. Esos ancianos estaban vestidos con ropas blancas, y tenían una corona de oro en la cabeza.


Cada uno de estos seres vivientes tenía seis alas, y ojos por todos lados, y no dejaban de cantar de día y de noche: «¡Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, que siempre ha vivido, que vive, y pronto vendrá!»


Estos cuatro seres vivientes cantan y dan gracias al que está sentado en el trono y vive para siempre. En sus cantos dicen lo maravilloso, poderoso y digno que es él de recibir honores. Cada vez que hacen esto, los veinticuatro ancianos se arrodillan delante de él, lo adoran y, arrojando sus coronas delante del trono, cantan:


Después de esto vi a mucha gente de todos los países, y de todas las razas, idiomas y pueblos. ¡Eran tantos que nadie los podía contar! Estaban de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas. En sus manos llevaban ramas de palma,


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