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2 Reyes 2:5 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual

5 Los profetas que vivían en Jericó fueron a ver a Eliseo y le preguntaron: —¿Ya sabes que Dios va a quitarte a tu maestro hoy? Él contestó: —Sí, ya lo sé, pero no digan nada.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Él respondió: Sí, yo lo sé; callad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 Después el grupo de profetas de Jericó se acercó a Eliseo para preguntarle: —¿Sabías que hoy el Señor se llevará a tu amo? —Claro que lo sé —contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Los hermanos profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo: '¿Sabes, le dijeron, que hoy día Yavé te llevará a tu maestro por encima de ti?' Respondió: 'Lo sé, pero quédense tranquilos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Y los hijos de los profetas que estaban en Jericó se acercaron a Eliseo y le preguntaron: ¿Sabes que YHVH arrebata hoy a tu señor de encima de tu cabeza? Y él dijo: Sí, lo sé, callad.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Los hijos de los profetas residentes en Jericó se acercaron a Eliseo y le dijeron: '¿No sabes tú que Yahveh quiere arrebatar hoy a tu señor por encima de tu cabeza?'. Respondió él: 'Sí; también yo lo sé. Pero callad'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

5 Y los hijos de los profetas que estaban en Jericó vinieron a Eliseo, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová quitará hoy a tu señor de sobre tu cabeza? Y él respondió: Sí, yo lo sé; callad.

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2 Reyes 2:5
18 Σταυροειδείς Αναφορές  

Pero Jacob no quiso hacerlo así, y le dijo: —Ya lo sé, hijo mío; ya lo sé. También Manasés llegará a ser un gran pueblo. Sin embargo, su hermano menor será más importante que él, y sus descendientes llegarán a formar un grupo de naciones.


Después, un hombre que pertenecía al grupo de los profetas de Dios le dijo a uno de sus compañeros: —Dios ordena que me hieras. Por favor, hazlo. Pero su compañero no quiso herirlo.


Los profetas que estaban en Betel salieron a ver a Eliseo y le preguntaron: —¿Ya sabes que hoy Dios se va a llevar a tu maestro? Él les contestó: —Sí, ya lo sé, pero no digan nada.


Una mujer que había estado casada con un profeta le dijo a Eliseo: —Mi marido estuvo siempre al servicio de Dios y de usted, pero ahora está muerto. Él había pedido dinero prestado, y ahora el hombre que se lo prestó se quiere llevar como esclavos a mis dos hijos.


Guehazí contestó: —Sí, todo está bien. Eliseo me envió a decirle que dos profetas jóvenes acaban de llegar de las montañas de Efraín. Él le ruega que les dé tres mil monedas de plata y dos vestidos completos.


Un día, los profetas le dijeron a Eliseo: —Mira, el lugar donde vivimos contigo es demasiado pequeño para nosotros.


Un día, el profeta Eliseo llamó a uno de sus discípulos y le dijo: «Prepárate para ir a Ramot de Galaad. Toma este frasco de aceite,


hoy rompemos, mañana cosemos; hoy callamos, mañana hablamos;


Dios dijo: «Ustedes, países del mar, ¡guarden silencio y escuchen! Y ustedes, naciones todas, ¡sean valientes! Vengan, que vamos a tratar un asunto muy importante; ¡juntémonos para discutirlo!


Yo le respondí: —Pues fíjate que no soy ningún profeta, ni tampoco mi padre lo fue. Me gano la vida cuidando ganado y cosechando higos silvestres.


Pero yo estoy en mi santo templo; ¡ante mí debe callar toda la tierra!»


Y en ese mismo instante fue llevado al cielo,


Entonces aquellos dos les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí, mirando al cielo? Acaban de ver que Jesús fue llevado al cielo, pero así como se ha ido, un día volverá.»


hasta el día en que subió al cielo. Jesús murió en una cruz, pero resucitó y luego se apareció a los apóstoles que había elegido. Durante cuarenta días les demostró que realmente estaba vivo, y siguió hablándoles del reino de Dios. Un día en que estaban todos juntos, Jesús, con el poder del Espíritu Santo, les ordenó: «No salgan de Jerusalén. Esperen aquí, hasta que Dios mi Padre cumpla su promesa, de la cual yo les hablé.


Pablo contestó: —Excelentísimo Festo, yo no estoy loco. Lo que he dicho es la verdad, y no una locura.


»De allí te irás a Guibeá de Dios, donde los filisteos tienen un cuartel. Al entrar al pueblo, te encontrarás a una banda de músicos con guitarras, panderos, flautas y arpas. Detrás de esa banda verás a un grupo de profetas que bajan del santuario y que van dando mensajes de parte de Dios.


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