Mas aun cuando yo hubiera clamado, y él me hubiera respondido, no creería que escuchaba mi voz;
Juan 20:25 - Biblia Version Moderna (1929) Por tanto le dijeron los otros discípulos: ¡Hemos visto al Señor! Mas él les dijo: ¡Si yo no viere en sus manos la señal de los clavos, y si no metiere mi dedo en la señal de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré! Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Biblia Nueva Traducción Viviente Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado. Biblia Católica (Latinoamericana) Los otros discípulos le dijeron: 'Hemos visto al Señor. Pero él contestó: 'Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré. La Biblia Textual 3a Edicion Por tanto le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Pero él les dijo: A menos que vea en sus manos la señal de los clavos, y meta mi dedo en el lugar de los clavos, y meta mi mano en su costado, de ningún modo creeré. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Los otros discípulos le decían: 'Hemos visto al Señor'. Pero él les respondió: 'Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos y mi mano en su costado, no lo creeré'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Y él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. |
Mas aun cuando yo hubiera clamado, y él me hubiera respondido, no creería que escuchaba mi voz;
Porque perros me han rodeado; una turba de malhechores me ha cercado; horadaron mis manos y mis pies.
Con todo esto siguieron pecando aún, y no creyeron a pesar de sus maravillas.
A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar. Si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
Y ellos, al oír que vivía y había sido visto por ella, no lo creyeron.
Ellos también fueron y lo hicieron saber a los demás; pero ni aun a ellos creyeron.
Por fin, apareció a los once mismos, estando ellos sentados a comer, y les afeó su incredulidad y dureza de corazón, por cuanto no habían creído a los que le habían visto resucitado.
Entonces él les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia, y tardos de corazón para creer todo cuanto han hablado los profetas!
Éste halló primero á su propio hermano Simón, y le dice: Hemos hallado al Mesías (que traducido quiere decir el Cristo),
Dice entonces a Tomás: Llega acá tu dedo, y ve mis manos, y llega acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino creyente.
Dice entonces a Pedro aquel discípulo a quien amaba Jesús: ¡Es el Señor! Por tanto Pedro, al oír que era el Señor, ciñóse su túnica de pescador (porque estaba desnudo), y echóse al mar.
Dijéronle pues: ¿Qué señal haces tú, para que veamos y creamos? ¿qué obras tú?
¶Mirad pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros, un corazón malo de incredulidad, en el apartarse del Dios vivo:
¿Y a quiénes juró que no habían de entrar en su descanso, sino a los que rehusaron creer?