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Josué 10:19 - Biblia Version Moderna (1929)

mas vosotros no os detengáis; seguid al alcance de vuestros enemigos, y exterminad hasta el último de ellos; no dejéis que entren en sus ciudades, ya que los ha entregado Jehová vuestro Dios en vuestra mano.

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Biblia Reina Valera 1960

y vosotros no os detengáis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Los demás continúen persiguiendo a los enemigos y mátenlos por la retaguardia. No los dejen volver a sus ciudades, porque el Señor, Dios de ustedes, les ha dado la victoria sobre ellos».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pero ustedes no se detengan, persigan a sus enemigos, córtenles la retirada; impídanles que lleguen a su ciudad, porque Yavé el Dios de ustedes los puso en sus manos'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Pero vosotros no os detengáis, perseguid a vuestros enemigos y atacad su retaguardia, y no los dejéis entrar en sus ciudades, porque YHVH vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

pero vosotros no os paréis: seguid persiguiendo a vuestros enemigos, atacadles por la espalda, no los dejéis entrar en sus ciudades, pues Yahveh, vuestro Dios, los va a entregar en vuestras manos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y vosotros no os paréis, sino seguid a vuestros enemigos, y heridles la retaguardia, sin dejarles entrar en sus ciudades; porque Jehová vuestro Dios los ha entregado en vuestra mano.

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Josué 10:19
8 Σταυροειδείς Αναφορές  

Y si se hubiere recogido dentro de alguna ciudad, todo Israel traerá sogas a aquella ciudad, y la arrastraremos al torrente vecino, hasta que no se halle allí ni siquiera una piedrezuela.


Por lo cual dijo David a Abisai: Ahora Seba hijo de Bicri va a hacernos más mal que Absalom. Toma tú los siervos de tu señor, y sigue tras él, no sea que halle para sí ciudades fortificadas, y se nos escape.


¡Maldito aquel que hace la obra de Jehová negligentemente, y maldito aquel que retrae su espada de derramar sangre!


Dirán: ¿Por qué nos quedamos sentados? Congregaos, y entremos en las ciudades fortificadas, y estaremos allí callados; puesto que Jehová nuestro Dios nos ha reducido a silencio, y nos ha dado a beber agua de hiel, por haber pecado contra Jehová.


Y dijo Josué: Haced rodar grandes piedras a la boca de la cueva, y colocad hombres junto a ella, que guarden a los reyes;


Y aconteció cuando Josué y los hijos de Israel hubieron acabado de herirlos con muy grande estrago, hasta que fueron destruídos, y los restos de ellos que se escaparon hubieron entrado en las ciudades fortificadas,