De manera que convino Abraham con Efrón, y Abraham le pesó a Efrón el dinero que había dicho, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, moneda corriente entre mercaderes.
Jeremías 32:10 - Biblia Version Moderna (1929) Y firmé la escritura y le puse sello, y la hice certificar con testigos, y le pesé el dinero en balanzas. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Y escribí la carta y la sellé, y la hice certificar con testigos, y pesé el dinero en balanza. Biblia Nueva Traducción Viviente Firmé y sellé la escritura de compra delante de testigos, pesé la plata y le pagué. Biblia Católica (Latinoamericana) Después hice la escritura de compra y la sellé, busqué unos testigos y pesé la plata en una balanza. La Biblia Textual 3a Edicion Y escribí el contrato, lo sellé, lo hice certificar con testigos, y le pesé el dinero en balanza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Escribí el documento, lo sellé, requerí testigos y pesé el dinero en la balanza. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y escribí la carta, y la sellé, y tomé testigos, y pesé el dinero en la balanza. |
De manera que convino Abraham con Efrón, y Abraham le pesó a Efrón el dinero que había dicho, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos siclos de plata, moneda corriente entre mercaderes.
De suerte que el campo, y la cueva que hay en él, quedaron asegurados para Abraham, como posesión de sepultura, de parte de los hijos de Het.
Sellada está en un saco mi transgresión, y tienes cosida mi iniquidad.
¡Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo! porque fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el sepulcro son los celos: sus ascuas arden como ascuas de fuego, como la misma llama de Jehová!
Ahora pues, anda tú, escribe esto delante de ellos, en una tablilla, e inscríbelo en un libro, para que dure hasta el día postrero, para siempre jamás;
Este dirá: ¡De Jehová soy yo! y esotro se llamará del nombre de Jacob; y aquel escribirá con su mano: ¡De Jehová! y del nombre de Israel se apellidará.
y dí la escritura de propiedad a Baruc hijo de Nería, hijo de Mahseya, en presencia de Hanamel, hijo de mi tío, y en presencia de los testigos que subscribieron la escritura de propiedad y en presencia de los judíos que estaban sentados en el patio de la cárcel.
y tú, oh Señor Jehová, me dices: Cómprate el campo, y hazlo certificar con testigos; en tanto que la ciudad está entregada en manos de los Caldeos.
Se comprarán campos por dinero, y se firmarán escrituras, y se les pondrá sello, y se confirmará lo hecho con testigos, en la tierra de Benjamín, y en los alrededores de Jerusalem, y en las ciudades de Judá, y en las ciudades de la Serranía, y en las ciudades de la, Sefela, y en las ciudades del Mediodía: porque haré tornar el cautiverio de ellos, dice Jehová.
Y la visión de la tarde y de la mañana que queda referida es verdadera; pero cierra tú la visión, porque es reservada para muchos días.
Ellos pues se fueron, y sellando la piedra, aseguraron el sepulcro por medio de la guardia.
Aquel que ha recibido su testimonio, ha puesto su sello a esto, que Dios es veraz.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que dura para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste le selló el Padre, Dios.
el cual nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
en quien vosotros también obtuvisteis herencia, después que oísteis la palabra de la verdad, el evangelio de vuestra salvación; en quien también, habiendo creído, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa;
Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con en cual sois sellados para el día de la redención.
Los hombres pues partieron, y recorrieron la tierra, y la delinearon en un libro, con arreglo a las ciudades, en siete partes, y volvieron otra vez a Josué, a su campamento en Silo.
¶Y ví a otro ángel que subía del nacimiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado potestad de dañar la tierra y el mar,
Y se les dijo que no dañasen la hierba de la tierra, ni ninguna cosa verde, ni árbol alguno, sino solamente a aquellos hombres que no tenían el sello de Dios en sus frentes.
BOOZ pues subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí: y he aquí al redentor de quien había hablado Booz, el cual iba pasando. Y él le dijo: Vuelve para acá; siéntate aquí, fulano. Y él volvió, y se sentó allí.