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Cantares 7:8 - Biblia Version Moderna (1929)

Subiré, digo para mí, en la palma, asiré las ramas de ella; ¡sean pues tus pechos como los racimos de la vid, y la fragancia de tu aliento como de manzanas,

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Biblia Reina Valera 1960

Yo dije: Subiré a la palmera, Asiré sus ramas. Deja que tus pechos sean como racimos de vid, Y el olor de tu boca como de manzanas,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Dije: «Treparé a la palmera y tomaré su fruto». Que tus pechos sean como racimos de uvas y tu aliento, como la fragancia de manzanas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Tu talle se parece a la palmera; tus pechos, a los racimos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Alguien Dije: Subiré a la palmera, Tomaré sus frutos: Sean tus pechos como racimos de la vid, Y la fragancia de tu aliento como de manzanas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Tu talle es comparable a la palmera, tus pechos a racimos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Yo dije: Subiré a la palmera, asiré sus ramas; y tus pechos serán ahora como racimos de la vid, y el olor de tu nariz como de manzanas;

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Cantares 7:8
10 Σταυροειδείς Αναφορές  

Tus ungüentos son gratos al olfato; tu nombre es como ungüento derramado; por eso las doncellas te aman.


Como el manzano entre los árboles de la selva, así es mi amado entre los mancebos. Debajo de su sombra me senté con gran deleite, y su fruto fué dulce a mi paladar.


¡Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas, porque desfallezco de amor!


¡Despierta, oh Aquilón, y ven, oh Austro; soplad sobre mi jardín, para que se esparzan sus aromas! ¡Venga mi amado a su jardín, y coma de sus preciosas frutas!


Esa tu talla es parecida a la palma, y tus pechos son como racimos de uvas.


Y me regocijaré sobre ellos para hacerles bien, y los plantaré en esta tierra en verdad, de todo mi corazón y de toda mi alma.


La vid está seca, la higuera languidece; el granado, y la palma, y el manzano, y en fin, todos los árboles del campo están marchitos ya. ¡Aullad, porque el gozo se ha acabado entre los hijos de los hombres!


¶Mas a Dios gracias, el cual siempre nos hace celebrar triunfos en Cristo, y por medio de nosotros esparce el olor del conocimiento de sí mismo en todo lugar.