Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música.
Daniel 3:11 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un horno encendido. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 y el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo. Biblia Nueva Traducción Viviente Ese decreto también establece que quienes se rehúsen a obedecer serán arrojados dentro de un horno ardiente. Biblia Católica (Latinoamericana) También dijiste que cualquiera que no se postrara en tierra ni la adorara, sería echado a un horno ardiente. La Biblia Textual 3a Edicion y el que no se postre en adoración, sea arrojado dentro del horno de fuego abrasador. Biblia Serafín de Ausejo 1975 y que el que no se postre y no la adore será arrojado a un horno de fuego ardiente. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y el que no se postrase y adorase, fuese echado dentro de un horno de fuego ardiendo. |
Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música.
Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia. Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-nego».
Quien no se incline para adorar a la estatua, será arrojado de inmediato a un horno encendido».
13 (14) Entonces dijeron: —Pues ese Daniel, que trajeron preso de la tierra de Judá, no obedece la ley de Su Majestad. Al contrario, ¡tres veces al día se arrodilla para orar a su Dios!
7 (8) Todos los jefes y gobernantes queremos sugerir a Su Majestad que ponga en vigor una nueva ley. Según esa ley, durante un mes nadie podrá adorar a ningún dios ni persona, sino solo a Su Majestad. Esa ley se aplicará en todo el reino, y cualquiera que la desobedezca será echado vivo a la cueva de los leones.
«La cárcel estaba bien cerrada, y los soldados vigilaban las entradas, pero cuando abrimos la celda no encontramos a nadie.»