Éxodo 8:26 - Biblia Traducción en Lenguaje Actual26 26 (22) Moisés le contestó: —No creo que debamos hacerlo. A los egipcios no les gustará vernos adorar a nuestro Dios y ofrecerle animales que para ellos son sagrados. Si llegan a vernos haciéndolo, lo más seguro es que nos maten a pedradas. Tan-awa ang kapituloDugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 196026 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Tan-awa ang kapituloBiblia Nueva Traducción Viviente26 Pero Moisés respondió: —Eso no estaría bien. Los egipcios detestan los sacrificios que ofrecemos al Señor nuestro Dios. Si ofrecemos nuestros sacrificios a la vista de ellos, nos apedrearán. Tan-awa ang kapituloBiblia Católica (Latinoamericana)26 Apenas salió Moisés de la casa de Faraón, rogó a Yavé, Tan-awa ang kapituloLa Biblia Textual 3a Edicion26 Pero Moisés respondió: No es correcto hacerlo así, porque sacrificaríamos para YHVH nuestro Dios lo que es abominación para los egipcios. Si sacrificamos lo que es una abominación para los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearían?° Tan-awa ang kapituloBiblia Serafín de Ausejo 197526 Salió Moisés de casa del Faraón e imploró a Yahveh. Tan-awa ang kapituloBiblia Reina Valera Gómez (2023)26 Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los egipcios. Si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearían? Tan-awa ang kapitulo |
Josías destruyó además las imágenes y los pequeños templos de las colinas al este de Jerusalén, y los que había en el sur del Monte de los Olivos. El rey Salomón los había construido para adorar a los repugnantes dioses Quemós, dios de los moabitas, Milcom, dios de los amonitas, y Astarté, diosa de los sidonios. Después rellenó con huesos humanos los lugares donde habían estado esas imágenes. Luego fue a Betel, y derribó y quemó el altar que Jeroboam hijo de Nabat había construido allí, con el cual había hecho pecar a los israelitas.
Cuando terminaron de hacer todo esto, vinieron los jefes y me dijeron: «Esdras, queremos informarte que nuestro pueblo no se ha mantenido apartado de la gente que vive aquí. Todos ellos imitan las horribles costumbres de los pueblos que habitan en Canaán y Egipto. Los judíos se han casado con mujeres de esos pueblos, así que el pueblo de Dios se ha mezclado con esa gente. Los primeros en pecar de esta manera han sido los jefes, los gobernantes, los sacerdotes y sus ayudantes».