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Jeremías 4:19 - Biblia Nacar-Colunga

19 Ay mis entrañas, ay mis entrañas! ¡Desfallezco! ¡Paredes de mi corazón! ¡Mi corazón se agita! ¡No puedo callarme! Ya oigo el sonido de la trompeta, el estrépito de la batalla.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha


Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

19 ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón; mi corazón se agita dentro de mí; no callaré; porque sonido de trompeta has oído, oh alma mía, pregón de guerra.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Nueva Traducción Viviente

19 ¡Mi corazón, mi corazón, me retuerzo de dolor! ¡Mi corazón retumba dentro de mí! No puedo quedarme quieto. Pues he escuchado el sonar de las trompetas enemigas y el bramido de sus gritos de guerra.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Católica (Latinoamericana)

19 ¡Ay, qué dolores en todo mi interior, me duele el corazón! Me palpita tan fuerte que no puedo callarme. ¿No oyes, alma mía, el toque del clarín y el estruendo de la guerra?

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

La Biblia Textual 3a Edicion

19 ¡Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las fibras de mi corazón, Mi corazón se agita dentro de mí, No puede estarse quieto, Por cuanto oíste, alma mía, El sonido del shofar° Y el clamor° de la guerra.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 ¡Mis entrañas! ¡Mis entrañas! ¡Me retuerzo de dolor! ¡Entretelas de mi corazón! Mi corazón me palpita, no puedo callarme, pues sonido de trompeta oye mi alma, alarma de guerra.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha




Jeremías 4:19
48 Cross References  

No entre mi alma en sus designios ni se una mi corazón a su asamblea, porque en su furor degollaron hombres y caprichosamente desjarretaron toros.


y dijo a su padre: “¡Ay mi cabeza, ay mi cabeza!” El padre dijo a un criado:


El hombre de Dios puso sus ojos sobre Jazael


De David. ¡Bendice, alma mía, a Yahvé, y bendiga todo mi ser su santo nombre!


Vuelve, alma mía, a tu quietud, porque Yahvé te ha retribuido.


Arroyos de agua caen de mis ojos porque no guardan tu ley.


Se apodera de mí la indignación porque los impíos abandonan tu ley.


¡Aleluya! Alaba, alma mía, a Yahvé.


Yo dije a Yahvé: “Mi Señor eres tú, no hay dicha para mí fuera de ti”.


Salen gritos del corazón de Moab, sus huidos llegan a Segor y a Eglat-Selisiya; ciertamente suben llorando la cuesta de Luhit, en verdad por el camino de Joronaím van dando gritos de angustia;'


Por eso mis entrañas vibran como un arpa por Moab, y mi corazón por Quir-Jareset.


Por eso mis ríñones se han llenado de espasmo; soy presa de dolores como de parturienta; y aturdido, ya no oigo; espantado, ya no veo.'


Pasmóse mi corazón, el terror me invadió; la hora del crepúsculo, por mí deseada, se trocó para mí en espanto.'


Por eso os digo: Apartad la mirada de mí; lloraré amargamente; no os esforcéis en consolarmepor la devastación de la hija de mi pueblo.'


Si no escucháis, mi alma llorará en secreto vuestra soberbia, y mis ojos derramarán abundantes lágrimas, porque ha sido hecho cautivo el rebaño de Yahvé.


Y aunque me dije: “No me acordaré de él, no volveré a hablar en su nombre,” es dentro de mí como fuego abrasador, encerrado dentro de mis huesos, y me he fatigado por soportarlo, pero no puedo.


A los profetas: Se me parte mi corazón dentro de mí, se estremecen todos mis huesos, estoy como un hombre ebrio y cual varón dominado por el vino ante Yahvé y sus santas palabras,


¿Hasta cuándo he de ver banderas y oír el sonar de los clarines?


Anunciad en Judá y proclamad en Jerusalén, clamad y tocad las trompetas por la tierra, gritad con toda fuerza y decidí ¡Congregaos y vayamos a las ciudades amuralladas!


diciendo: Nos iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos ya la guerra ni oiremos el sonido de la trompeta y no habrá falta de pan, allí habitaremos,


Por eso he aquí que vienen días — oráculo de Yahvé — en que yo haré oír contra Rabat, de los hijos de Anión, el grito de guerra: quedará convertido en montón de ruinas, y sus hijas serán quemadas. Y heredará Israel a sus herederos — oráculo de Yahvé.


Estruendo de guerra en la tierra, inmensa ruina.


Ya oímos su noticia; desfallecieron nuestros brazos, nos oprime la angustia, dolores como mujer de parto.'


Mi mal es sin remedio, mi corazón desfallece.


Estoy quebrantado por el quebranto de la hija de mi pueblo, estoy cubierto de luto, se ha apoderado de mí el espanto.


(2) ¡Ojalá tuviera en el desierto un albergue de caminantes! Y dejaría a mi pueblo y me iría lejos de ellos, pues todos son adúlteros, gavilla de ladrones.


(11) y de Jerusalén haré un montón de ruinas, cubil de chacales; y de las ciudades de Judá, desolación, donde no habitará nadie.'


Ayin. — Por eso lloro, y manan lágrimas mis ojos, y se alejó de mí todo consuelo que aliviase mi alma; mis hijos están desolados al triunfar el enemigo.'


Res. — Mira, ¡oh Yahvé! mi angustia. Mis entrañas rugen, mi corazón se revuelve dentro de mí por haber sido muy rebelde. Fuera hizo estragos la espada, dentro la mortandad.


Kaf. — Mis ojos están consumidos por las lágrimas, mis entrañas hierven, derrámase en tierra mi hígado ante el desastre de la hija de mi pueblo, al ver desfallecer a los niños, aun los de pecho, en las calles de la ciudad.


eres tú, ¡oh rey! que has venido a ser grande y fuerte, y cuya grandeza se ha acrecentado y ha llegado hasta los cielos, y cuya dominación se extiende hasta los confines de la tierra.


Túrbeme sobremanera yo, Daniel, en mi cuerpo, y las visiones de mi mente me desasosegaron.


Aquí acabó la plática. Yo, Daniel, anduve sobremanera turbado por mis pensamientos, demudado el color, y guardé todo esto en mi corazón.


Yo, Daniel, quedé quebrantado y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, me ocupé en asuntos del rey. Estaba asombrado de la visión, pero nadie la supo.


¿Tocarán la trompeta en la ciudad sin que se alarme el pueblo? ¿Habrá en la ciudad calamidad cuyo autor no sea Yahvé?


Y lo oí y se estremecieron mis entrañas; al estruendo temblaron mis labios, se reblandecieron mis huesos, y mis pasos se hicieron vacilantes. Tranquilo espero el día de la aflicción, que vendrá sobre el pueblo que nos oprime,'


Cuando en vuestra tierra saliereis a la guerra contra el enemigo que os atacare, tocaréis alarma con las trompetas, y servirán de recuerdo ante Yahvé, vuestro Dios, para que os salve de vuestros enemigos.


Hermanos, a ellos va el afecto de mi corazón y por ellos se dirigen a Dios mis súplicas, para que sean salvos.


Como también, si la corneta diera un toque indefinido, ¿quién se prepararía para la lucha?


Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros!


El torrente de Cisón los arrastró, el torrente de Cisón pisa los cadáveres de los fuertes.


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