Biblia Todo Logo
Online nga Bibliya
- Mga paanunsiyo -





Génesis 27:1 - Biblia Nacar-Colunga

1 Cuando envejeció Isaac, se debilitaron sus ojos y no veía. Llamó, pues, a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: “Hijo mío.” Este contestó: “Heme aquí.”

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha


Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

1 Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Cierto día, cuando Isaac ya era viejo y se estaba quedando ciego, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: —Hijo mío. —¿Sí, padre? —respondió Esaú.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Siendo Isaac ya anciano, y con sus ojos tan debilitados que no veía nada, llamó a su hijo mayor Esaú. Como le dijera: '¡Hijo mío!', Esaú respondió: 'Aquí estoy.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

La Biblia Textual 3a Edicion

1 Aconteció que envejeció Isaac, y sus ojos se debilitaron hasta no ver. Entonces llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha

Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Con la vejez, se le nublaron a Isaac los ojos hasta quedarse sin vista. Llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: 'Hijo mío'. Él contestó: 'Aquí estoy'.

Tan-awa ang kapitulo Kopyaha




Génesis 27:1
8 Cross References  

“Júramelo ahora mismo,” le dijo Jacob; y juró Esaú, vendiendo a Jacob su primogenitura.'


Los ojos de Israel se habían oscurecido por la edad y no podía ya ver. José los acercó, y él los besó y los abrazó,


Hízolo así la mujer de Jeroboam. Se levantó, fue a Silo y entró en la casa de Ajías. Ajías no veía ya, pues por la vejez se le habían quedado fijos los ojos;'


cuando temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los fuertes, y cesarán de trabajar las muelas porque son pocas, y se oscurecerán los que miran por las ventanas,


Contestó Jesús: Ni pecó éste ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios.


Tenía, cuando murió, ciento veinte años, y ni se habían debilitado sus ojos ni se había mustiado su vigor.


Un día, estando acostado en su lugar Helí, cuyos ojos se habían oscurecido y no podían ver, cuando todavía no se había apagado la lámpara de Dios en el santuario,


Sunda kami:

Mga paanunsiyo


Mga paanunsiyo