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Efesios 2:3 - Biblia Nacar-Colunga

3 entre los cuales todos nosotros fuimos también contados en otro tiempo y seguimos los deseos de nuestra carne, cumpliendo la voluntad de ella y sus depravados deseos, siendo por naturaleza hijos de ira, como los demás;'

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Dugang nga mga bersyon

Biblia Reina Valera 1960

3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 De ellos éramos también nosotros, y nos dejamos llevar por las codicias humanas, obedeciendo a los deseos de nuestra naturaleza y consintiendo sus proyectos, e íbamos directamente al castigo, lo mismo que los demás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Entre ellos también vivimos todos nosotros en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad° de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 entre los cuales también nosotros todos vivíamos entonces según las tendencias de nuestra carne, realizando los deseos de la carne y de la mente, y éramos, por naturaleza, hijos de ira, exactamente como los otros...

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Efesios 2:3
54 Cross References  

Tenia Adán ciento treinta años cuando engendró un hijo a su imagen y semejanza, y le llamó Set;'


Viendo Yahvé cuánto había crecido la maldad del hombre sobre la tierra y cómo todos sus pensamientos y deseos de su corazón sólo y siempre tendían al mal,


Y aspiró Yahvé el suave olor, y se dijo en su corazón: “No volveré ya más a maldecir a la tierra por el hombre, pues los deseos del corazón humano, desde la adolescencia, tienden al mal; no volveré ya a exterminar cuanto vivo hice sobre la tierra.'


¿Quién podrá sacar pureza de lo impuro? Nadie”


¿Cómo, pues, justificarse el hombre ante El? ¿Cómo ser puro el nacido de mujer?


Pues reconozco mi transgresión, y mi pecado está siempre delante de mí.


Todos nosotros andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Yahvé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros.


pero sobrevienen los cuidados del siglo, la fascinación de las riquezas y las demás codicias, y la ahogan, quedando sin dar fruto.


que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos.


Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El es homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira.


que en las pasadas generaciones permitió que todas las naciones siguieran su camino,


Por esto los entregó Dios a los deseos de su corazón, a la impureza, conque deshonran sus propios cuerpos,


Pues así como vosotros algún tiempo fuisteis desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por su desobediencia,


antes vestios del Señor Jesucristo, y no os deis a la carne para satisfacer sus concupiscencias.


En verdad, cuando los gentiles, que no tienen Ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la Ley, ellos mismos, sin tenerla, son para sí mismos Ley.


porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvos en su vida.


Con mayor razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por El salvos de la ira;'


Que no reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, obedeciendo a sus concupiscencias;'


Pues yo sé que no hay en mí, esto es, en mi carne, cosa buena. Porque el querer el bien está en mí, pero el hacerlo no.


Pues si Dios, queriendo mostrar su ira y dar a conocer su poder, soportó con mucha longanimidad a los vasos de ira, maduros para la perdición,


Porque ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿ Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?


Pues que tenemos estas promesas, carísimos, purifiquémonos de toda mancha de nuestra carne y nuestro espíritu, acabando la obra de la santificación en el temor de Dios.


pero la Escritura lo encerró todo bajo el pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo.


en los que en otro tiempo habéis vivido, siguiendo el espíritu de este mundo, bajo el príncipe de las potestades aéreas, el espíritu que actúa en los hijos rebeldes;'


Dejando, pues, vuestra antigua conversación, despojaos del hombre viejo, que se va corrompiendo detrás de las pasiones engañosas,


Y a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de corazón por las malas obras,


No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los que duermen, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza.


Por consiguiente, no durmamos como los otros, antes bien, velemos y vivamos sobriamente.


Los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en muchas codicias locas y perniciosas, que hunden a los hombres en la perdición y en la ruina,


Pues nosotros fuimos también alguna vez necios, desobedientes, extraviados, esclavos de toda suerte de concupiscencias y placeres, viviendo en la maldad y en la envidia, dignos de odio, y aborreciéndonos unos a otros;'


Como hijos de obediencia, no os conforméis a las concupiscencias que primero teníais en vuestra ignorancia,


Sus ojos están llenos de adulterio, son insaciables de pecado, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón ejercitado en la avaricia, son hijos de maldición.


Profiriendo palabras hinchadas de vanidad, atraen a los deseos carnales a aquellos que apenas se habían apartado de los que viven en el error,


Porque todo lo que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre, sino que procede del mundo.


Mas, de otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en El y en vosotros, a saber, que las tinieblas pasan y aparece ya la luz verdadera.


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