y, volviéndose, vinieron a la fuente de Mispat — Juicio, que es Qades, y talaron todos los campos de los amalecitas y los de los amorreos que habitaban en Jasesón-Tamar.
2 Samuel 1:8 - Biblia Nacar-Colunga Me dijo: “¿Quién eres tú?” Yo le respondí: “Soy un amalecita.” Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Y me preguntó: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. Biblia Nueva Traducción Viviente y él me contestó: “¿Quién eres?”. Le respondí: “Soy un amalecita”. Biblia Católica (Latinoamericana) Me dijo: ¿Quién eres tú? Le dije: Soy un amalecita. La Biblia Textual 3a Edicion Y él me preguntó: ¿Quién eres tú? Y le respondí: Soy un amalecita. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Él me preguntó: '¿Quién eres tú?'. Y le respondí: 'Soy amalecita'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y él me dijo: ¿Quién eres tú? Y yo le respondí: Soy amalecita. |
y, volviéndose, vinieron a la fuente de Mispat — Juicio, que es Qades, y talaron todos los campos de los amalecitas y los de los amorreos que habitaban en Jasesón-Tamar.
David dijo al joven que le había traído las noticias: “¿De dónde eres tú?” El respondió: “Soy hijo de un extranjero, de un amalecita.”
Y él me dijo: “Acércate a mí y mátame, porque me siento presa de una angustia, mientras todavía tengo en mí toda la vida.”
Y, mirando a Amelec, prosiguió: “La primera de las naciones es Amalee, pero su fin será eterna ruina.”
y da al anatema cuanto es suyo. No perdones: mata a hombres, mujeres y niños, aun los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos.'
David y sus gentes subían y hacían excursiones contra los guesurianos, contra los gizritas y contra los amalecitas, pues todos éstos habitaban la región, desde Telam, según se va al sur, hasta el Egipto.
Cuando al tercer día llegó David con sus hombres a Siceleg, los amalecitas habían irrumpido contra el Negueb y contra Siceleg y la habían tomado e incendiado.
le preguntó David: “¿De quién y de dónde eres tú?” El respondió: “Soy un esclavo egipcio al servicio de un amalecita, y hace tres días me abandonó mi amo porque enfermé.
David los batió desde la aurora hasta la tarde, y no escapó ninguno de ellos, fuera de cuatrocientos mozos, que huyeron montados en camellos.